pareja
Q
ué complicado resulta cuando uno está enamorado y siente que ya ha pasado tanto con esa persona, que lo han intentado de tantas maneras y que al final, siempre hay vacíos en la relación. De ambas partes, sin tener uno más responsabilidad que el otro. Nótese que utilizo la palabra “responsabilidad” y no culpa, como usualmente nos sentimos cuando nos equivocamos.
Cómo duele sentir que amas a alguien, pero que te lo encontraste en etapas muy diferentes de vida, en procesos de crecimiento distintos, en realidades paralelas. Y sé que hay quienes pensarán que la vida es así, que lo seres humanos somos diferentes por naturaleza, mucho más cuando la relación es entre un hombre y una mujer, porque el género, la moral, la cultura, la educación y la sociedad nos etiqueta diferente a las “niñas” y a los “niños”.
Y
o suelo dar gracias por todo, pero hoy, 8 de Marzo, “Día Internacional de la Mujer”, quiero dar gracias infinitas por mi feminidad, por ser en escencia mujer, por tener esas cualidades particulares, esos atributos y características que me hacen sentirme plena y aceptarme mujer.
Para escribir el artículo de hoy, me he dado a la tarea de observar, (más de lo normal), a las mujeres en mi entorno. Y antes de continuar con la lectura, te invito a que girés tu rostro 180 grados, de izquierda a derecha, y veas con detenimiento a las mujeres que estan a tu alrededor. ¿Qué observaste? ¿Qué fue lo que más te llamó la atención?
Yo encontré mucha satisfacción en éste ejercicio, sentí empatía, me despertó sonrisas y miradas amables de complicidad. Miré todo tipo de mujeres, llenas de color: jóvenes, adultas, adolescentes, profesionales, entaconadas, de esas que caminan con seguridad y firmeza, miré gente relajada que disfrutaba de un buen libro, miré la sonrisa de las abuelitas y la ternura en la mirada de quien amamanta a su hijo(a) o lo acurruca en su pecho. Miré mujeres embarazadas que a caminar posan su mano bajo su panza, en un gesto de protección. Bueno, ¿qué no miré? Y es que las mujeres somos tan multifacéticas e integrales, que es sorprendente todo lo que podemos encontrar al admirarnos.
Todo el tiempo estamos desempeñando diversos roles. No sé cómo hacen muchas mujeres para encontrar balance para dejar al niño en el preescolar, administrar el hogar, cumplir sus labores profesionales, tener vida social, seguir estudiando, volver a casa y hacer tareas del cole, arruyar al o los niños(as), tomar una ducha y compartir con su marido. ¡Solo de pensarlo me agota!
Y es que en ocasiones, éste ritmo de vida parece más una tragi-comedia para muchas mujeres, (si no es que para todas en el mundo entero), cuando no cuentan con el apoyo de una pareja responsable o de un tercero que sea respaldo y soporte en la dinámica diaria. Das la batalla un tiempo, cuando la motivación de ser la mejor mamá, la mejor esposa, la mejor hija, la mejor hermana, la mejor amiga, la mejor, la mejor, la mejor… hasta que de pronto BOOM, ¡explotás!. Y yo me pregunto: A las mujeres, ¿quien nos enseñó que debíamos ser “la mejor” en todo?. Cuando solo necesitamos ser la mejor versión de nosotras mismas, dentro de nuestras posibilidades y limitaciones.
He visto, escuchado y acompañado a muchas amigas que mientras hablan hacen un recorrido secuencial de como sus vidas han ido cambiando, pasaron de ser jóvenes extrovertidas, independientes y profesionales, a ser esposas, madres, emprendedoras, pero con una actitud un poco pasiva, agotada y profesionalmente estancadas. Literalmente, en busca de la felicidad.
Siempre digo que las dificultades o retos en la vida son oportunidades que traen cambios positivos y crecimiento personal, si nosotros así lo queremos. Ver a esos prototipos de diosas, contar sus historias de vida, me hace pensar que ellas estan viendo la oportunidad de reencontrarte consigo mismas.
Tu momento es hoy, si ya vino la idea a tu mente, si ya te cuestionaste la vida que estas llevando, los roles que estas jugando… quizás es momento de vivir el cambio.
¡Feliz día, porque todos los días son nuestro día!