soltar
Q
ué complicado resulta cuando uno está enamorado y siente que ya ha pasado tanto con esa persona, que lo han intentado de tantas maneras y que al final, siempre hay vacíos en la relación. De ambas partes, sin tener uno más responsabilidad que el otro. Nótese que utilizo la palabra “responsabilidad” y no culpa, como usualmente nos sentimos cuando nos equivocamos.
Cómo duele sentir que amas a alguien, pero que te lo encontraste en etapas muy diferentes de vida, en procesos de crecimiento distintos, en realidades paralelas. Y sé que hay quienes pensarán que la vida es así, que lo seres humanos somos diferentes por naturaleza, mucho más cuando la relación es entre un hombre y una mujer, porque el género, la moral, la cultura, la educación y la sociedad nos etiqueta diferente a las “niñas” y a los “niños”.
¡L
a vida está llena de sorpresas, de cambios, de retos! El año pasado, el universo conspiró y tuve la oportunidad de vivir cosas impresionantes, de esas que te transforman la vida, entre ellas: viajes, cancelación de todas mis deudas, creación de un fondo de ahorro, vivir una etapa de descubrimiento personal, quitarme las barreras para poder tener una relación de pareja, disfrutar de armonía y unión familiar y tomar las oportunidades profesionales que estaban en la mesa.
2016 fue un año lleno de emociones encontradas y siendo honesta el proceso ha sido difícil, con altos y bajos, la adaptación es una tarea de todos los días, que de pronto puede generar cierta frustración o ansiedad, porque queremos ver el cambio ya. Además, de cierta manera, aún queremos seguir apegados al pasado, a lo único que creemos que en verdad conocemos, sin dejar ir lo que nos quita energía, lo que nos drena emocionalmente, lo que nos distrae de lo importante.
Las experiencias de vida nos dan la oportunidad de crecer, activan la consciencia, nos despiertan, nos hacen recapacitar sobre nuestras decisiones y la responsabilidad que tenemos sobre nuestras vidas. Saber que tenemos un compromiso personal y que debemos “soltar” para seguir creciendo. Y es ahorita que anhelo poder aplicar de forma natural ese concepto hermoso de “desapego emocional” que conocí hace unos meses… Y les confieso, no me sale, necesito práctica (como cuando empecé a aprender a bailar salsa, con entusiasmo y sin pena). Y que conste, que ya me puse en acción, para no quedarme solo filosofando: entrené, me puse cómoda, me tomé un té caliente para relajarme y estuve leyendo… ¿Qué más debe hacer Una para encontrar esa paz que te genera el desprenderse con amor de lo que Una no puede cambiar?
De pronto sentí la necesidad de escribir, y nació éste artículo, bajo el deseo de encontrar en las teclas del computador y en la creación de éstas líneas el refugio que necesito. Vivimos con tantos miedos y tantos sueños a la vez, que de pronto es como que existiese una batalla interna entre un estado y el otro. Y les aseguro que ninguna relación amorosa (ni de pareja, ni familiar, ni de amistad) nos va a sacar victoriosas de esas batallas personales, que son tan íntimas como la propia huella digital. Solo nosotros(as), desde nuestro cuido interior, con fe, podremos descubrir qué es lo que necesitamos para estar donde y como queremos.
¡Nuestras batallas quizás sean de los retos más fuertes que debamos vivir, pero les aseguro que valdrá la pena! El día de mañana sentirás un alivio inmenso al respirar, sin más opresiones en el pecho, ni malestares de estómago. Consciente de lo que mereces, sin necesidad de pedirlo, porque podrás dártelo a Vos Misma(o). Esa es la esperanza para mí el día de hoy, saber que estoy haciendo lo que “debo hacer”, con la firme convicción de que todo lo demás vendrá por añadidura.
El desapego emocional es una herramienta valiosa en nuestra vida, tiene un poder increíble para liberarnos de las cadenas a las que nos atamos porque “es lo que conocemos”, va a doler al inicio, pero salir de la “zona segura” nos permite abrimos a nuevas experiencias, pues tomamos riesgos inteligentes que nos darán muchísima felicidad -garantizada- a largo plazo: innovar, emprender, actuar con intención, asumir nuestra vida, habitarnos, dejar una relación de pareja que no edifica, soltar el control de todo llenos de fe, positivos, para vivir con mayor plenitud y agradecimiento.