¡A ver! ¿Nos estamos comunicando? (Parte 1)

por Lyhelis
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“No digas todo lo que piensas, pero piensa todo lo que digas”
Gabriela Mistral


Desde que somos bebés, a pesar de no manejar el arte de la expresión oral, logramos comunicar necesidades a nuestros interlocutores. Incluso por reflejos inconscientes generamos emociones en la audiencia, me van a negar que la sonrisa de una criaturita no nos hace sonreír o hablarles extraño balbuceando “angú angú”… (jajaja).

La comunicación es simple y compleja a la vez. Nos enseñan a hablar (si nuestras condiciones físicas o emocionales lo permiten), nos enseñan a organizar las palabras, su significado, a escribir e interpretar lecturas. Pero nos quedamos cortos con la enseñanza en temas como la inteligencia social, que nos sería muy útil al interrelacionarnos y comunicar hacia el entorno.

De pequeños los y las niñas juegan con sus pares y cuando se gritan se les calla, porque están haciendo mucho ruido y molestan a los adultos, no porque fuese una conducta agresiva el gritar; se nos estimula desde pequeños para ser espontáneos(as), expresivos(as) y únicos(as), pero nadie nos dijo que golpear la mesa, mover las manos con ademanes excesivos, señalar con el dedo o tocar a tu interlocutor de manera repetitiva con el dorso de la mano es equivalente a una comunicación violenta. Y lo peor de todo es que justificamos nuestra conducta diciendo “eso es muy nica/tico/español” o de donde sea la procedencia del emisor del mensaje.

La verdad es que antes de llegar a la inteligencia social, deberíamos explorar y poner en práctica la inteligencia emocional, que es la “capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”, tal cual plantea Daniel Goleman en su libro “Inteligencia Emocional” (psicólogo, periodista, escritor estadounidense y fundador de ambos conceptos desde 1995). De ésta forma evitaríamos muchísimos malos ratos, esos momentos incómodos donde no sabemos ni qué hacer o decir, porque no sabemos ni qué sentimos sobre un evento u otro. Y aún más importante, aprenderíamos a manejar asertivamente las relaciones con los demás, sin personalizar la conducta de terceros, sin victimizarnos, sin armar conflicto por malas interpretaciones, sin imponer puntos de vista o adoctrinar a nuestro entorno por medio de la comunicación.

El objetivo de la comunicación es la transmisión de un mensaje específico, en un lenguaje entendible para el emisor y el receptor, que genere fluidez y que estreche el vínculo entre quienes se comunican. No es para anular, manipular, ni para violentar verbalmente o intimidar al otro(a), sin embargo, eso también se logra al comunicarnos de forma pasiva o agresiva.

¿Sabías que hay 3 tipos de comunicación que se desglosan de 3 tipos de conductas? María Esclapez, autora del blog, “Diario de una Sexóloga” y del libro “Inteligencia Sexual” establece que para hablar en psicología de comunicación, principalmente se debe hablar de la “existencia de 3 estilos básicos de conducta interpersonal: estilo agresivo, estilo pasivo y estilo asertivo”.

Y señala:

Estilo agresivo: la persona que utiliza este estilo de conducta para dirigirse a los demás lo hace con menosprecio, orgullo y prepotencia, y la intención de estar siempre por encima de los demás, sea consciente de ello o no”.

Estilo pasivo: la persona que utiliza este estilo de conducta queda a disposición de los demás, eclipsando sus deseos, opiniones o ambiciones. Antepone el bienestar de los demás al suyo, sea consciente de ello o no”.

Estilo asertivo: la persona que utiliza este estilo de conducta deja que los demás sepan qué sienten y piensa tratando de no ofender y faltar el respeto, pero dejando claro las propias necesidades”. Y agrega: “Esto no quiere decir que en una comunicación asertiva no se produzca nunca una confrontación de opiniones, pero si se producen, siempre se utilizarán buenas habilidades de comunicación para llegar a un acuerdo”.

¿Tú, honestamente, en cuál de los 3 estilos te encuentras?
¿Tienes un poco de los 3? ¿O hay un énfasis marcado en uno más que en otros?

¡Yo sé, yo sé! Aparentemente la comunicación es “pan comido”, un asunto sencillito, pero hay muchos componentes que marcan la diferencia al emitir un gesto corporal o una sola palabra,  entre ellos el “tonito” que usamos, los gestos, el sarcasmo, la ironía, las vulgaridades, el doble sentido, el humor o las bromas que le añadimos, todos estos elementos hacen que la comunicación transmute y, en ocasiones, no logre ser efectiva, ni afectiva.

No es que yo anhele el romanticismo de William Shakespeare, pero vamos, que una comunicación amorosa y abierta es más productiva y eficaz, ¿o no? (Reto a que alguien me diga lo contrario, brindándome ejemplos específicos). Y no me digan que estos son puros cuentos, porque la verdad es que más de un pleito se ha evitado a punta de educación, respeto y un buen argumento. “Para muestra un botón”. Estaba en Costa Rica hace unos días, compartiendo mesa con 3 amigas que llegaban a despedirme, dos de ellas llegaron pálidas y muriendo de hambre luego de un entrenamiento en el gym, lo primero que le solicitaron al joven que nos atendía fue una bandeja de nachos;  sin embargo, 40 minutos después el pedido seguía sin llegar.

Al consultar con uno de los jóvenes de servicio nos informó: “Chicas, lamento darles malas noticias, voy a serles honesto, los nachos se entregaron en otra mesa, pero los suyos ya vienen en camino”. Las 4 nos comunicamos visualmente y una de ellas expresó: “¡Vé qué alegre! Esperaría que se nos compense con alguna regalía el inconveniente”, el joven dijo que iba a revisar con Gerencia.

Podríamos haberlos cancelado, pero nadie quería cortar así la noche, además estaban soñando con los nachos. Cuando ya había pasado 1 hora, llamamos a otro joven de servicio, quien nos dijo: “¿Conocen la parte del “green garden” del restaurante en la parte trasera?” Una de ellas dijo que no, y el joven continuó: “Les invito a conocer, es que así se darían cuenta que estamos a tope, ambas áreas están llenísimas. Disculpen los inconvenientes, sus nachos ya vienen en camino”. Entenderán que con hambre y bajo ese argumento, mis amigas podrían haberse “comido” al joven, sin embargo, -me junto con gente tuani- y que no hace “showcitos” de esos en público, por respeto a ellas mismas y al interlocutor.

Al final, 1 hora y 20 minutos después llegaron los famosos nachos y no podemos negar que estaban deliciosos, pero en ese momento, ¿Quién les quitaba a mis amigas el mal sabor de la falta en la atención? Además que no era la primera o segunda vez. Era importante entonces marcar una pauta hacia el cambio…

¡…cambio que logramos, por medio de la comunicación asertiva!

 

 

(Si querés saber cómo terminó el encuentro, búscame el miércoles para disfrutar de la segunda parte esta historia. Además, voy a compartir sobre la comunicación en pareja,
que para todos los efectos es lo mismo, pero no es igual).

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