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¡Sigo creyendo en nosotros!

por Lyhelis junio 4, 2020
escrito por Lyhelis

P

asé años de mi vida como asalariada, con un sueldo fijo, con relativa estabilidad económica y acceso a los beneficios que esta condición laboral me permitía tener. Después de cumplir 30 años, me empezó a dar el síndrome de la independencia empresarial, por lo que ante un proceso de cambios que vivía en ese momento, visualicé la oportunidad de emprender.

Contaba con todo: la visión de negocio, la proyección social, una red de apoyo con la que hacía magia, un mercado virgen y sediento de nuevas formas de hacer negocio, así como la pasión, las competencias profesionales y las habilidades personales necesarias para convertirme en una líder en mi propia empresa. Así fue como nació Vida Socialmente Responsable, la firma consultora por medio de la cual creamos y brindamos el acompañamiento necesario para el desarrollo de estrategias de responsabilidad social, orientadas hacia la sostenibilidad de la actividad comercial, de la mano de un propósito mayor al solo hecho de “producir dinero”.

Dentro del portafolio de servicios contamos con el desarrollo de habilidades blandas y la formación de agentes de cambio organizacional, desde el modelo de negocio socialmente responsable facilitado por la norma internacional ISO 26000, así como los ejes y principios del Pacto Global, y el reconocimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, desde la perspectiva y la realidad del ser humano. Es decir, apostamos al concepto innovador de la “Responsabilidad Social Individual”.

Que conste, nunca tuve la idea de emprender para “dejar de hacerle la bolsa a otros”, en realidad el dinero no fue mi principal motivador; siempre me sentí a gusto en los espacios de trabajo donde me desarrollé antes de lanzarme a este maravilloso mundo. “Pero”, -siempre hay un pero en la ecuación-, yo usualmente llevaba un ritmo más rápido que el de las organizaciones en las que estaba, y eso no siempre es agradable; tenía muchas ideas y, sin importar cuan buenas fueran, siempre habían otros intereses entorno al núcleo del giro de negocio. Mi último puesto como gerente de responsabilidad social y de comunicación corporativa, me abrió la mente y me visualicé “capaz de liderar cualquier idea de negocio que me propusiera”, siempre y cuando generara valor agregado a mi entorno y estimulara la pasión en mí. Y véanme aquí.

Les cuento todo esto, porque a como yo, ustedes también tienen una historia tras cada uno de sus emprendimientos. Soy fiel creyente que los emprendedores somos “storytellers”, es decir, siempre tenemos una historia que compartir, con un toque de improvisación y entusiasmo natural, pues contamos historias de vida, momentos que han calado en nuestro ADN, situaciones y decisiones que, sin querer queriendo, nos han definido y puesto en donde estamos el día de hoy.

Hace menos de un año, la Organización de Naciones Unidas (ONU), reconociendo la importancia de las mipymes en el desarrollo sostenible de la sociedad y su aporte sustancial a la economía del país, declara el 27 de junio como el Día Internacional de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, luego de leer reportajes internacionales al respecto, no dejo de pensar en todos y todas las que soñando con generar valor con nuestra iniciativa, nos encontramos hoy en la triste situación de tener que cerrar las puertas de nuestras plataformas empresariales.

Estas últimas semanas, he visto cómo mipymes publican en sus sitios web y sus redes sociales que “ante la situación que vivimos en el país, con tristeza y lamentando la decisión, se ven ante la necesidad de cerrar sus puertas temporalmente, retomando sus negocios al momento que la crisis política deje de acechar a Nicaragua”. O emprendedores que cuentan su historia y complementan en la parte final de sus textos: “con tristeza nos despedimos, pero seguiremos creyendo en Nicaragua, esto pasará y nosotros volveremos a brillar”.

Pueden imaginarse la tristeza que me produce ver a homólogos y homólogas tomar este tipo de decisiones, y es que las circunstancias nos empujan a visualizar otras fuentes de ingreso. En mi caso, estoy apostando por abrirme y posicionarme en el mercado centroamericano, no ha sido sencillo, lloro a diario, dudo todo el tiempo, me siento, respiro y vuelvo a retomar la idea de crecimiento y expansión.

Lo que vivimos los y las emprendedoras, no solo es el desencanto social, como humanos la exposición al miedo y la inseguridad, la incertidumbre. Y les digo, con honestidad, yo no tengo hijos(as), ni nadie que dependa directamente de mí, mi admiración para quienes velan por una familia, por un hogar que necesita de su sustento.

Ánimos queridos colegas, mantengo la certera esperanza de que pronto veremos la luz y nacerá como el ave fénix, una Nicaragua reinventada, llena de vigor y gloria, donde las y los emprendedores tendremos la oportunidad de levantar al país y vivir el proceso de reconstrucción socio, político y cultural que necesitamos.

¡Yo sigo creyendo en nosotros, como fuerza intelecto-laboral, como humanos con propósitos y visión a futuro, sigo creyendo en la noble labor de emprender!

 

junio 4, 2020 2 comentarios
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¿De qué trata la diversidad?

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

¿

Alguna vez has sentido que eres “diferente”? O que, ¿no calzas con tu entorno? ¿Vas por la calle y la gente gira el rostro para verte? ¿Entras a un lugar y no pasas desapercibido(a)? Y hasta, ¿Has llegado a sentirte “raro” o “rara” por no ser como los y las demás? Bueno, de ser así, sos la experiencia de lo diverso hecho carne. ¡Bienvenido(a) a éste grupo de personas diferentes, que pertenecemos a la multiplicidad de opciones entre los seres humanos!

Llevo años escuchando en el mundo de las consultorías, proyectos sobre: “empoderamiento femenino”, “nuevas masculinidades”, “diversidad de género”, “inclusión social”, “grupos vulnerables”, “desarrollo sostenible”, entre otras temáticas que evocan a temas de Derechos Humanos (DDHH), y que a su vez, es parte del reconocimiento de la diversidad. Es decir, la idea es que reconociendo nuestras diferencias, las abracemos y respetemos, disminuyendo la brecha de distancia, procurando un trato más igualitario.

Ante tanta variedad, ¿Por qué buscamos ser iguales a otros? Desde el colegio, sin mucho razocinio, los niños se juntan con sus pares más parecidos, quizás es un comportamiento programado, socio cultural, que nos condiciona el inconsciente para actuar a como lo esperan papá y mamá, para recibir el premio y no el castigo, para tener su aprobación y disfrutar del título temporal de “Niño Bueno” o “Niña Buena”. Sin embargo, ese tipo de enseñanza, no estimula el criterio personal; al contrario, te encasilla en el modelo de conducta a seguir, solo porque sí.

Mi vida ha tenido mucha diversidad, en algunas las he disfrutado como parte del conjunto de lo diferente, en otras me ha ido mal por ser “la” diferente, pero es una realidad reconocer que en lo diferente está lo extraordinario de la vida. La diversidad le pone un toque de color a la humanidad.

Y precisamente, para evitar la marginación o la discriminación ante el trato desigual, que en muchas ocasiones se traduce en violencia verbal, emocional, física o psicológica, existen los Derechos Humanos, en donde sin importar tu afinidad religiosa, tu nacionalidad, tu estatus económico, tu raza, creencias políticas, identidad sexual o de género, incluso, sin importar tu apariencia, podas salir al mundo respaldado por la garantía que el Estado debe hacer prevalecer para el respeto de tus derechos humanos (sociales, económicos, culturales). En donde todos somos iguales ante la ley, teniendo como bien común: la libertad y la dignidad humana.

Considero que ciertas conductas son un tema de pertenencia o sobrevivencia, mientras más me parezca a vos, más afín seré a tu forma de vida, a tus costumbres, por ende, más aceptado en tus círculos sociales. Y sí, aunque sea pura apariencia, en la escala de valores de muchas familias alrededor del mundo, en la que por centenares de años hemos vivido, son éstos los parámetros de conducta socialmente aceptados. Por eso nos sorprendemos cuando viajamos a Europa y vemos de la mano a una pareja multirracial, y ni hablar del escándalo que se provoca si la pareja es del mismo sexo. Pero todo esto sigue siendo un tema social, muy arraigado en nuestras culturas.

Justo hace unos días en la clase de ética profesional y responsabilidad social con maestrantes expertos en recursos humanos, iniciaba diferenciando la ética de la moral, pues ese primer paso es esencial para reconocer que la moral está ligada a la educación, a la cultura, o las ideologías del entorno primario en el que crecemos. Por ejemplo, una mujer con las uñas pintadas en rojo no tiene nada de “malo” o “amoral”, pero en una empresa puede ser una conducta éticamente no aceptada en sus códigos de ética o conducta.

La idea es poner atención a lo rápido que cambia el mundo, la globalización nos permite visualizar lo “Cosmopolitan” del universo. Reconocer nuestras diferencias nos genera empatía, nos hace identificar las necesidades particulares y así generar un trato más equitativo, adecuado a la realidad de los actores sociales.

Apostemos por un mundo más respetuoso e inclusivo, más abierto a la diversidad.

¿Alguna vez has sentido que eres “diferente”? O que, ¿no calzas con tu entorno? ¿Vas por la calle y la gente gira el rostro para verte? ¿Entras a un lugar y no pasas desapercibido(a)? Y hasta, ¿Has llegado a sentirte “raro” o “rara” por no ser como los y las demás? Bueno, de ser así, sos la experiencia de lo diverso hecho carne. ¡Bienvenido(a) a éste grupo de personas diferentes, que pertenecemos a la multiplicidad de opciones entre los seres humanos!

Llevo años escuchando en el mundo de las consultorías, proyectos sobre: “empoderamiento femenino”, “nuevas masculinidades”, “diversidad de género”, “inclusión social”, “grupos vulnerables”, “desarrollo sostenible”, entre otras temáticas que evocan a temas de Derechos Humanos (DDHH), y que a su vez, es parte del reconocimiento de la diversidad. Es decir, la idea es que reconociendo nuestras diferencias, las abracemos y respetemos, disminuyendo la brecha de distancia, procurando un trato más igualitario.

Ante tanta variedad, ¿Por qué buscamos ser iguales a otros? Desde el colegio, sin mucho razocinio, los niños se juntan con sus pares más parecidos, quizás es un comportamiento programado, socio cultural, que nos condiciona el inconsciente para actuar a como lo esperan papá y mamá, para recibir el premio y no el castigo, para tener su aprobación y disfrutar del título temporal de “Niño Bueno” o “Niña Buena”. Sin embargo, ese tipo de enseñanza, no estimula el criterio personal; al contrario, te encasilla en el modelo de conducta a seguir, solo porque sí.

Mi vida ha tenido mucha diversidad, en algunas las he disfrutado como parte del conjunto de lo diferente, en otras me ha ido mal por ser “la” diferente, pero es una realidad reconocer que en lo diferente está lo extraordinario de la vida. La diversidad le pone un toque de color a la humanidad.

Y precisamente, para evitar la marginación o la discriminación ante el trato desigual, que en muchas ocasiones se traduce en violencia verbal, emocional, física o psicológica, existen los Derechos Humanos, en donde sin importar tu afinidad religiosa, tu nacionalidad, tu estatus económico, tu raza, creencias políticas, identidad sexual o de género, incluso, sin importar tu apariencia, podas salir al mundo respaldado por la garantía que el Estado debe hacer prevalecer para el respeto de tus derechos humanos (sociales, económicos, culturales). En donde todos somos iguales ante la ley, teniendo como bien común: la libertad y la dignidad humana.

Considero que ciertas conductas son un tema de pertenencia o sobrevivencia, mientras más me parezca a vos, más afín seré a tu forma de vida, a tus costumbres, por ende, más aceptado en tus círculos sociales. Y sí, aunque sea pura apariencia, en la escala de valores de muchas familias alrededor del mundo, en la que por centenares de años hemos vivido, son éstos los parámetros de conducta socialmente aceptados. Por eso nos sorprendemos cuando viajamos a Europa y vemos de la mano a una pareja multirracial, y ni hablar del escándalo que se provoca si la pareja es del mismo sexo. Pero todo esto sigue siendo un tema social, muy arraigado en nuestras culturas.

Justo hace unos días en la clase de ética profesional y responsabilidad social con maestrantes expertos en recursos humanos, iniciaba diferenciando la ética de la moral, pues ese primer paso es esencial para reconocer que la moral está ligada a la educación, a la cultura, o las ideologías del entorno primario en el que crecemos. Por ejemplo, una mujer con las uñas pintadas en rojo no tiene nada de “malo” o “amoral”, pero en una empresa puede ser una conducta éticamente no aceptada en sus códigos de ética o conducta.

La idea es poner atención a lo rápido que cambia el mundo, la globalización nos permite visualizar lo “Cosmopolitan” del universo. Reconocer nuestras diferencias nos genera empatía, nos hace identificar las necesidades particulares y así generar un trato más equitativo, adecuado a la realidad de los actores sociales.

Apostemos por un mundo más respetuoso e inclusivo, más abierto a la diversidad.

 

julio 4, 2018 1 comentario
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El valor de la empatía

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

Q

uiero empezar citando una frase de Mia Pineda, coach venezolana y astróloga, quien expresó en un post hace unos días: “Conocernos es base en momentos de cambios, y es lo que abre la puerta a amarnos realmente, que es lo que más necesitamos en el momento de la transición: saber que cuentas contigo”.

Desde hace 1 mes, Nicaragua vive un proceso de cambio, la participación de un pueblo “autoconvocado”, que, sin contar con un líder o una lideresa que represente el sentir de la ciudadanía, ha salido a pronunciar a viva voz, la inconformidad ante las reacciones de las autoridades de nuestro país. Es decir, nadie cuenta con “alguien” que nos guíe, pero se cuenta con “todos”.

Indudablemente, el contexto nos pone a la mayoría en una situación compleja, que ha generado un lazo que nos identifica como seres humanos. La incertidumbre, el dolor, la ansiedad, la angustia, los cuestionamientos, las emociones encontradas, los problemas económicos, entre otros, se convierten en pequeñas piedritas que hemos puesto en nuestra mochila imaginaria, todo eso lo andamos cargando a diario… y vaya, ¡que pesa! Y es inevitable, solo alguien muy frio no asumiría como propio todo lo que está pasando.

Sin embargo, llevo semanas observando mi entorno, los diálogos en Facebook tienen alto contenido de violencia, es como si deseáramos imponer nuestra opinión a todos y que los demás piensen como yo pienso, sientan como yo siento y actúen como yo actúo. Y aquí el caos se multiplica exponencialmente, porque además del contexto socio político en el que vivimos, nos encontramos con la guerra mediática de opiniones, sumándole los ataques por las “omisiones”, porque incluso sin decir nada, he visto como muchas personas son objeto de presión social por sus pares.

Eso en gran medida es manipulación, querer que los demás piensen como yo tiene un alto grado de inmadurez emocional, misma que nos genera una reacción de molestia e incomodidad que puede convertirse en agresión, ira e incluso odio. Alimentando las reacciones en masa y el pánico colectivo.

Uno no debería justificarse por lo que hace o deja de hacer, quizás yo siento exactamente lo mismo que vos, pero lo expreso de una forma diferente; quizás a mí el miedo me paraliza, quizás a vos el miedo te acelera, tantas reacciones como personalidades o colores en el mundo. Nadie es igual a nadie, aunque la causa nos mueva a muchos.

Llevo año y medio escribiendo semanalmente, siempre orientada al crecimiento personal, a la puesta en práctica del modelo socialmente responsable desde el individuo, humanizando nuestra conducta, empoderándonos para enfrentar las dificultades de la vida. Voy a seguir en esa línea, apostando al goce de la libertad de expresión que defendemos en estos días, con respeto y tolerancia hacia las opiniones, sobre todo aquellas que no concuerden con las mías.

Nicaragua es un país que apuesta a la integración cultural dentro de su territorio, es un país hermano que fomenta la integración centroamericana, que suma al desarrollo del continente latinoamericano, que une, que apuesta por el progreso, pero que en éstos momentos necesita del apoyo del colectivo, de la serenidad de todas y todos, de la muestra de amor al prójimo que se profesa desde la creencia de un Poder Superior a nosotros mismos.

En lo personal apelo al valor de la empatía, de uno y otro lado, somos seres humanos, viviendo un duelo nacional, momentos de cambios, de transformaciones, en las que necesitamos transformar en primer lugar  nuestras pasiones y aprender a manejar un poco más nuestras emociones, para dejar de alimentar el sistema reactivo en el que estamos acostumbrados a desarrollarnos, ese “dime que te diré” que no suma.

Hoy, a las 10 de la mañana empieza el diálogo, y mi principal clamor es que quienes estén sentados en esa mesa, sean humanos de corazón noble, que puedan dar lo que tienen, que sepan asumir su rol con dignidad, siendo ecuánimes, respetando los deseos de la mayoría. Y como dice la frase que les compartía al inicio, en estos tiempos de cambios, necesitamos saber que contamos con nosotros mismos, que tenemos valores para compartir, que de nosotros saldrá empatía, humanismo y asertividad al comunicarnos con los demás.

 

julio 4, 2018 7 comentarios
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¡365 días después!

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

A

quí voy, estoy instalada en un café de Managua, con la imaginación distraída y los ánimos algo revueltos, buscando que la inspiración venga a Mí… y que mi cerebro ordene las ideas en las que vengo pensando desde hace unos días. Definitivamente, esto no es normal, algo ha cambiado desde adentro y honestamente, lo puedo ver materializado hasta ahora. A ver, les cuento:

Con el afán de celebrar la vida, con el ánimo de sentirme feliz, con el objetivo de juntar a mi red de apoyo, llevo exactamente 7 años celebrando el día de mi cumple como si fuese fiesta patronal, largo y tendido; aún recuerdo mis 30´s cuando eran 2 lanchas movilizando a mi familia y amistades más cercanas hacia Pico de Garza en las isletas de Granada, fue un día bellísimo. Pero desde el año pasado las cosas vienen cambiando.

Era 6 de Mayo del 2017, cumplía 33, para mí un número importante, casi mágico, como cuando ves la hora y son las 11.11, automáticamente solo pienso en: “pide un deseo”; pues algo así me ocurría con los 33. Convoqué a la prole con días de anticipación, a todo el que miraba le comentaba que ya venía mi cumpleaños, andaba buscando qué iba a estrenar (o autoregalarme). Cuento largo hecho corto, era una niña pequeña, con juguete nuevo. Divertido en gran medida, pero vacío al día siguiente.

Este año definitivamente el preámbulo al día fue muy diferente, mis padres mantuvieron su postura de “amor, lo que vos querrás, pensala y nos decís”, y con agradecimiento les decía que “ahí íbamos a ver”; al final, no le comenté a nadie, éste año no quería una fiesta patronal, éste año me sentía diferente, incluso puedo confesarles que me sentía un poco abrumada e impotente, y más que compartir en un “party”, necesitaba honrar mis emociones y ser coherente con mis sentimientos.

No hubo planes, ni coordinaciones previas, y no esperaba que nadie organizara nada, porque mis hermanas -que son las que me miman para éste tipo de cosas- están fuera del país por motivos laborales, tampoco no hay un novio que quisiera sorprenderme, a ver, el punto es que nada de lo tradicional aplicaba. Sin embargo, desde una semana antes empezaron los chat de mis amigas y amigos más cercanas preguntándome “¿Qué íbamos a hacer este año?”, “¿Para dónde es la gira?”… y no les niego que esas muestras de interés me hicieron sentir el ser humano más especial de mi mundo. Pero los ánimos seguían diciéndome que no haríamos nada, que disfrutara de lo que tenía, sin más.

Fue inesperado ver como el sábado 5, me llegaban a sacar de mi casa para llevarme a cenar y luego ir a dar una bailadita. La comunidad salsera tiene la tradición de esperar la media noche y hacer una rueda de salsa cubana para los cumpleañeritos(as). Rempapados, ya en Fandango, puedo afirmar que tuve la rueda más rara que he vivido en los 6 años que llevo de ésta divertida tradición. Éramos muy pocos, la rueda se hizo una media luna… y ahí estaba yo, bailando un fragmento de canción con todos los valientes que se animaron. Gracias Eli, Fer, Manzanares y Angie por estar para Mí.

Al día siguiente, domingo 6, mi Mamá y mi Papá (con guitarra en mano), llegaron a las 6.00am (hora en la que cuenta mi Abuelita Lydia que nací), y desde la ventana de mi habitación empezaron a cantarme la tradicional “Estas son las mañanitas”. Juro que la emoción era mucha, de esa que toca lo más íntimo de tu ser. Invaluable, el mejor regalo de todos. El día siguió lleno de sorpresas, a las 4.00pm empecé a recibir visitas en casa, mi primo Johann llegó a cocinarme pasta y entre todos, de forma espontánea, armaron la celebración de un año más de mi vida.

Pero lo mejor de todo es que era lo más orgánico que había vivido en mis 34 años de edad. Por primera vez, me agradecí no tener un plan armado, no llenarme de expectativas, no esperar llamadas de personas a las que Una hace “especial”, agradecí no desear regalos materiales, tener tantas serenatas como fueron posibles, no convocar a nadie y sentir la presencia de gran parte de esa red de apoyo que ha estado en las buenas y las no tan buenas. ¡Qué felicidad la que sentía!

Y aquí el darme cuenta que después de 365 días, la Lyhelis Torres realmente había cambiado, deseaba brindar lo que es mío, sin apariencias de ningún tipo. Dejarme sorprender fue lo más lindo que pude hacer por mí misma, soltar por un momento, no escribir un “to do list”, dejar que fluyera fue mi segundo mejor regalo.

En lo personal no quería celebrar nada, cuando hay familias llorando la muerte de los suyos. Y al comentarlo en un grupo de amigas, recibí el tercer mejor regalo de cumpleaños, quien a mi pregunta de ¿Qué es lo que voy a celebrar? “La Chochil” –su nombre de cariño- me respondió asertivamente: “Que estás viva mi querida Ly, más allá de celebrarlo si tal vez no lo sentís ahorita por la situación, agradece nuevamente el día de hoy a esta hora que tuviste la oportunidad de ver a los tuyos, abrazarlos y sentir el cariño de todos los que te queremos”.

¿Qué mejor lección de vida? Ahora apuesto por construir 365 días más de espontaneidad, compasión, amor, fluidez y coherencia conmigo misma. Más orgánica, más genuina, más Yo. ¿Qué tal si lo probamos juntos?

 

julio 4, 2018 2 comentarios
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¿Trabajador o Colaborador?

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

M

ientras le doy vueltas a mis ideas, respecto a la celebración del “Primero de Mayo”, busco en Printerest artes que representen la conmemoración de la lucha que miles de trabajadores iniciaron en 1886 en Chicago, Estados Unidos, con el objetivo de reivindicar los derechos de los trabajadores. La iniciativa tuvo dos frentes, por un lado la huelga que movilizó por 3 días consecutivos a la ciudadanía, y por otro lado, la amenaza de un paro laboral que afectaría la producción industrial en las fábricas de la ciudad. Los sectores patronales no tuvieron más remedio que ceder y otorgar la jornada de 8 horas laborales por día a sus trabajadores.

Al ver el éxito de las protestas, el mundo comenzó a levantarse y en una sola voz lograron establecer el “Primero de Mayo” como el “Día Internacional del Trabajador”, en el que se reconocía la reducción de la jornada, se reivindicaban los DDHH y se apelaba en pro de la paz mundial. El mundo ha seguido dando vueltas y con ellas se ha visualizado el progreso en el trato hacia el valioso recurso humano; existen Códigos del Trabajo más modernos, empáticos y con enfoque social, que protegen los derechos humanos de todos y todas los que desempeñemos jornadas laborales.

Nuestro Código del Trabajo reconoce a los y las personas sujetas al derecho del trabajo como “trabajadores”. Y a quienes contratan a dichos trabajadores, les reconoce como “empleadores”. Hoy por hoy, la lengua española nos permite articular nuestras funciones con palabras más respetuosas de la dignidad humana, como dejar de utilizar el término “empleado(a)”, pues en sí mismo posee una connotación social de sometimiento y discriminación.

¿Han notado que muchas empresas utilizan el término “colaborador(a)”? A ver, veamos qué nos dice Google; Según el buscador, “trabajador”, es aquella “persona que realiza un trabajo a cambio de un salario”, y “colaborador”, es una “persona que está siempre dispuesta a colaborar con otros”, ¿Tendrá que ver en esto la pasión de hacer a diario lo que nos gusta o la necesidad de trabajar para cubrir los gastos? ¿Ven Ustedes la diferencia entre uno y otro término?

En lo personal me hace mucho sentido el querer tener “colaboradores” y no “trabajadores”. Sin embargo, ante la asertividad de un ser humano colaborador, deberá existir un líder que le guíe y reconozca su desempeño. Este sería el binomio perfecto, pero en la mayoría de casos eso es solo una utopía.

Desde el modelo de gestión socialmente responsable, se le da relevancia a la atención, desarrollo y potencialización del talento humano de toda organización, visualizando al colaborador como “cliente interno” de la empresa, por lo que, usualmente, se designa un monto de capital de inversión a Recursos Humanos en pro de su crecimiento y desarrollo. Ejemplo de la importancia del tema es encontrar que 4 de las 7 materias fundamentales de la responsabilidad social empresarial, detalladas en la ISO 26000, protegen al capital humano, vean a continuación:

–    Gobernanza de la Organización

–    Derechos Humanos

–    Prácticas Laborales

–    Prácticas Justas de Operación

No es un favor, el que las empresas ejecuten programas de formación continua, desarrollo de capacidades o que brinden herramientas que fortalezcan a sus colaboradores, esto es parte de su responsabilidad y una clara muestra de su compromiso con un modelo de negocios más humano, donde el cliente interno es el valor más preciado para el crecimiento sostenible de su actividad comercial.

Sin embargo, el binomio perfecto vuelve a venir a mi mente, al considerar que este engranaje empresarial debe ir acompañado de seres humanos comprometidos con su labor, que creen en la importancia de su rol, con alto sentido de pertenencia laboral, que admiran la gestión y conocen del impacto económico y social que la empresa, a la que dedican parte de su vida, genera en su entorno. Y aquí me encantaría hacer un alto y responder a la pregunta en el título: ¿“trabajadora” o “colaboradora”? Afirmo que solo y únicamente Yo podré hacer la verdadera diferencia al ejecutar mi función profesional con integridad.

Y es que en la profesión, he llegado a conozcer empresas con excelentes condiciones laborales, ejemplo de buenas prácticas empresariales, modelos de negocio replicables, dónde incluso tratan a las y los miembros de sus equipos como “socios(as)”, quienes además tienen participación en las utilidades anuales, según los grados obtenidos en la evaluación al desempeño versus sus metas de productividad. Pero que al hablar del capital humano se encuentran con personas desmotivadas, que trabajan por dinero, faltos de pasión, con bajo nivel de ética y responsabilidad sobre sus funciones y ni hablar de la educación y el trato entre sí, generando un clima laboral hostil y tóxico para todos(as).

Aquí es donde las políticas internas deben empezar a cambiar el clima organización, el cambio de personas de manera estratégica, orientadas a sus competencias y habilidades humanas, puede funcionar en caso de que él o la colaboradora no sienta conexión con su puesto de trabajo. Dejar el paternalismo o el maternalismo a un lado es una buena opción, evaluar por mérito no por preferencia es lo ideal. Utilizar herramientas internacionales de medición interna del clima organizacional, que nos brinden una línea base. O contar con el acompañamiento de un(a) experta en éstos temas que les brinde luces para la planificación de cambios estructurales hacia un modelo de recursos humanos más sostenible.

Bien lo dice John C. Maxwell, coach internacional, “los pequeños actos de disciplina, repetidos consistentemente todos los días, llevan a grandes logros que se ganan lentamente a través del tiempo”.

¡Quizás sea momento de empezar a cambiar y honrar a diario el Primero de Mayo con el desempeño integral de nuestro quehacer profesional!

 

julio 4, 2018 2 comentarios
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Lyhelis Torres: Vengo en son de Paz

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

E

n éstos días los nicaragüenses, en todo el mundo, vivimos momentos de incertidumbre, hay un desborde de información, emociones a flor de piel, sentimientos encontrados y una profunda tristeza arraigada en nuestros corazones. No ha habido día en el que la piel no se me erice o en el que las lágrimas no se me corran solas sobre las mejillas.

Las redes sociales estan desbordadas, si hace unos meses hablabamos del ciberbulling, hoy puedo afirmar cuando poco, que hay una guerra digital librándose entre nosotros. Los valores han quedado guardados en el armario, los insultos, las luchas pasionales y la defensa del pensamiento ha sido el día a día. En lo personal he optado por compartir en espacios más cerrados, en unirme a las cadenas de oración, en retomar la interacción 1 a 1 y en practicar la comunicación asertiva, no reactiva.

Hace años vengo construyendo una versión diferente de mí misma, y les he compartido en diversos escritos sobre esta práctica constante para ser alguien que observa, que escucha, que empatiza con su entorno, que asertivamente se comunica, que evita adoctrinamientos, que cree en el cambio, en la transformación, en la espiritualidad y en la fe humana. Hoy, con algo de dolor, vuelvo a conectar con ese propósito personal, de querer tocar a más seres humanos, en quienes pueda generar valor agregado, para que construyan intencionalmente una mejor versión de vida.

Es como ésta frase que tanto amo: “solo podemos dar lo que tenemos”, es decir, de lo que habite en el corazón, hablará mi boca (o quizás deba decir: “digitarán mis dedos” o “publicaré en mi muro”). Es que todos queremos un mundo diferente, pero el trabajo debe empezar en Uno(a) Mismo(a); se imaginan lo hermoso que sería si tuvieramos más coherencia entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos, impulsaríamos un nuevo modelo de vida, más consciente, más humano, más responsable. Pero no solo de palabras, sino de actos, de pequeñas acciones transformadoras que empiezan desde mi ser, a lo interior, con humildad, reconociendo lo que no está bien, lo que no es funcional, lo que debo cambiar.

Hace unas horas, luego de días de protestas civiles en mi país, de tener el corazón en la boca, de no poder dormir, una amiga me preguntó en un grupo: “¿Por qué no has estado activa en FB con todo esto…?” Y mi respuesta fue: “he estado activa en otros espacios de comunicación… no quiero figureo, ni sacar provecho de una situación de dolor… hay mucha confrontación y alto grado de violencia cibernética”. Y ha sido difícil no postear, pero las reacciones me detienen, ¿lo han notado? el que está a favor es atacado, el que está en contra es amenazado, mejor abrazo mi criterio y apoyo físicamente en lo que puedo, sin contarlo a nadie.

Desde el negocio, hemos tenido que suspender las publicaciones programadas en redes sociales, cancelar la publicación de los artes creados para esta semana en honor al día de la tierra o al día del libro, por que en lo personal, no me veo celebrando cuando mi tierra llora y clama por paz.

No todos(as) tenemos el don de la serenidad, no todos(as) sabemos reaccionar en momentos de crisis, no todos(as) logramos manejar nuestras emociones para que éstas no exploten como volcán en erupción, chorreando de lava al que está a nuestro lado; la autogestión y el autocoaching son un arte que requiere de mucha práctica, que en éstos momentos nos sería útil conocer; ante esto, el silencio es un aliado, la prudencia hiere menos que una palabra cargada de odio o dolor. He visto con admiración los reportajes de las madres de algunos héroes, y a pesar de su llanto, transmiten en su mensaje un hálito de paz.

Yo aquí no escribo sobre partidos, ni sobre ideologías políticas, escribo sobre la responsabilidad que tenemos de vivir el cambio desde adentro, sin esperar que alguien más nos haga el trabajito. Es a lo interno que se viven las más grandes revoluciones humanas, es cuando te sobreponés a tus propios miedos y vencés los esquemas en los que creciste que aprendés a respetar tu propio criterio, es cuando tu corazón puede abrazar al que piensa diferente, cuando no personalizas la opinión de un tercero, cuando tu nivel de paz se demuestra con ejemplo, sin reacciones violentas.

Éste es mi sueño: “sentir, pensar, actuar y ser diferente”, ver a mi entorno de forma sana y amorosa, aunque no esté de acuerdo con lo que miro. Ser ecuánime y recordar que todos somos seres humanos, que merecemos con tolerancia, un trato igualitario y el respeto a nuestros derechos humanos.

 

julio 4, 2018 1 comentario
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Estrategia para el Cambio

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

C

uando tenía 21 años y me senté por primera vez con una psicóloga, abordamos en la terapia la necesidad de cambios personales, de cambios de visión y de cambios en mis actitudes; Recuerdo como si fuese ayer, que me puse a llorar, y que le pregunté: ¿Para qué cambiar si yo me siento bien así? Luego de un par de sesiones, me dí cuenta que estaba inmersa en una burbuja, donde la sobreprotección, el merecimiento y el sentimiento de culpa eran una constante, por lo que comencé a cuestionármelo todo y a crearme criterio propio.

Más de 13 años después, soy yo quien de pronto siento que algo no anda marchando bien y empiezo el auto-diálogo, hasta llegar a ese tan valioso auto-diagnótico, en el que te das cuenta que algo debe cambiar, para bien. A ver, ¿Cuántas veces nos hemos repetido mentalmente quiero cambiar “esto” o “aquello”? ¿Cuántas veces tenemos la intención en la cabeza, pero no la ponemos en acción? ¿Cuántas veces nos regañamos por seguir jugando roles que no nos corresponden? Y decimos que vamos a cambiarlo, pero en la rutina del día a día se olvida el querer, se pierde la intención y se desecha el autoregaño.

Hace poco en uno de los workshop que lideré, se me pedía que enfatizara la temática hacia la toma de consciencia personal y la importancia del cambio en nuestro estilo de vida, por lo que se me ocurrió que abonado a las primeras sesiones de “auto-conocimiento”, “auto-diálogo” y “auto-gestión”, era necesario facilitarles una estrategia para el cambio; es decir, obsequiarles una herramienta con la que pudieran aterrizar sus intenciones y visualizar su vida como el proyecto más importante a desarrollar.

Empezamos aplicando un diagnóstico individual, con algunas actividades lúdicas y una herramienta digital, logramos identificar rápidamente como estaban los y las participantes, era obvio que había una dualidad entre su vida profesional y su vida personal, situación que afectaba la eficiencia y el compromiso con la organización para la cual laboraban.

Continuamos con el workshop llevándoles de la mano para que pudieran elaborar un breve análisis de riesgo de su propias circunstancias de vida, en el que establecían las 5 áreas más importantes en las que estan involucrados(as), entre ellas: familia, trabajo, su persona, amistades, academia. Cuando lograron ver los riesgos a los que estaban expuestos en cada área, pudieron identificar posibles oportunidades de mejor; en su mayoría, requerían cambios de actitud, más que de otra cosa.

Al tener más claro el panorama, les facilité una tabla que se dividía en componentes, cada uno representaba un cambio urgente a ejecutar, cada componente tenía actividades específicas a desarrollar para lograr su meta, detalle del tiempo en el que la cumplirían e indicadores que medirían los resultados esperados de esas acciones; al final, también les agregué una columna de premios por sus logros, como un importante estímulo en pro de su crecimiento personal.

Yo estoy convencida que para lograr un cambio se requiere de pasitos pequeños, de mover horarios, respetar nuestros compromisos, recordar el objetivo deseado y estimularnos con la visión de a dónde queremos llegar con esa meta inicial.

Por ejemplo, cuando se es emprendedor, es casi un requisito tener muy claro el propósito de para qué estas enfocando toda tu energía en ese reto profesional, pues pasarás de trabajar 8 horas base al día, a aproximadamente unas 12 ó 16 horas, con la incertidumbre de cómo pagarás los gastos operativos al cierre de mes, si al cliente no termina de gustarle la oferta técnica. Es decir, si el dinero te distrae, abrás perdido el objetivo fundamental que anhelabas cuando iniciaste tu negocio; es importante recordar qué valor agregado generarás a tu entorno, con tu producto o servicio.

Es importante ver la vida tal cual es, como el proyecto más importante que cada uno tiene; en la medida que reconozcas esto, podrás tratarlo y evaluarlo como tal, las estrategias no han sido creadas para llenar de papeles los escritorios, sino para guiarnos en el camino a seguir, enfocados hacia resultados específicos, con los objetivos claro. Esto aplica para el trabajo y para la vida misma, si tu estilo de vida aun no te genera momentos constantes de paz y felicidad, quizás sea momento de replantearte una estrategia para el cambio.

 

julio 4, 2018 0 comentario
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Diario METRO

El Arte del Autoestima

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

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ola!

¡Buenos días mis responsables!

Si me estas leyendo es porque tuviste la bendición de abrir los ojos el día de hoy, probablemente en automático, (como me pasa cuando madrugo), pero despierta que es lo importante. Ya con ese logro, todo lo que depare el día será ganancia, nuevas experiencias, logros, descubrimientos, olores, sabores, mensajes, interacciones, todo eso rico que tiene la vida para darnos. ¿Ya pensaste cuál va a ser tu aporte del día?

Dale vuelta a este tema del aporte del dia, tu valor agregado, tu agradecimiento en forma de actitudes hacia la vida, recordá que nadie puede dar lo que no tiene. Y es que estamos acostumbrados a abordar estos temas de forma superficial, no le damos la importancia que tiene el amor propio, la autoaceptación, el concepto que tenes de vos mismo. Y es que este tipo de cosas las vinculamos mucho a la percepción de terceros y a la aceptación de éstos sobre nuestra vida, -situación nada saludable, pero necesaria-.

La consideración o el aprecio que nos tenemos a nosotros(as) mismos(as) es valioso para llevar una vida sana, para construir relaciones fraternas, para crecer con pie firme, sin tantas dudas o miedos, pues es como una relación inversamente proporcional: “mientras más me acepto y quiero a como soy, menos inseguridades voy a vivir”.

La “Pirámide de Maslow” establece al autoestima como una necesidad humana, y ordena dichas necesidades por jerarquía, de la base hacia la punta de la pirámide; Es decir, una vez satisfechas las necesidades fisiológicas (alimentación, respiración, descanso…), las de seguridad (protección…), surge la aceptación social (sentimiento de pertenencia, familia, amistad, afecto), luego en la cúspide de la pirámide se encuentra la necesidad del autoestima (confianza, éxito, respeto) y al final, satisfecha en su mayoría todas las anteriores, está la necesidad humana de la autorealización (espontaneidad, creatividad, satisfacción personal).

Que si tu papá no acepta lo que haces, no respalda tus decisiones, se la pasa criticándote, que si tu mamá se burla de tu estilo de vida, te caracteriza con adjetivos calificativos, nunca está contenta con lo que sos, pues qué pena por ellos, seguramente su autoestima no está en el nviel de equilibrio necesario para comunicarse y socializar de manera sana y amorosa. Pero ese no es tu problema, la escucha asertiva también nos compromete a elegir qué escuchamos y a quien le prestamos importancia, es incluso una responsabilidad como individuo, saber elegir.

Has leído por ahí: “Decir no, es en sí mismo, un acto de amor propio”, este es el principio básico del autoestima, pues en la medida en la que nos conocemos, como nos percibimos, la evaluación que tenemos del “yo”, la forma en la que nos pensamos, generará sentimientos de aceptación y consideración personal, por lo que podrás ser más honesto(a) con tus emociones y respetarlas, descubrir que te suma y quien te drena, para poder marcar límites respetuosos a tu favor.

El autoestima es un arte, si no podés darte amor y tratarte bonito, está casi imposible dar amor y tratar bonito a tu entorno; uno refleja y proyecta en otro lo que tiene dentro, o lo que necesita llenar, tan simple como eso. Nuestra manera de ser, nuestro cuerpo, nuestra personalidad es en parte lo que nos hace ser quien somos, mientras más contenta esté conmigo misma, más felicidad tendré para irradiar a mi alrededor.

Nuestra “autoimagen” es la clave del autoestima, ésta se construye desde pequeños en los ojos de quienes nos rodeaban, usualmente cuando los mensajes recibidos en la infancia no fueron muy asertivos, tendemos a desconfiar y a vernos tras la opinión de ese “mensaje brujo” que se quedó registrado en nuestra memoria, pero que en realidad no define lo que somos. Pero siempre podemos construir una mejor versión y una mejor forma de vernos.

Hagamos juntos el siguiente ejercicio: la próxima vez que tengas que ir al baño, mirate en el espejo, al menos 5 segundos, y enumerá las cosas lindas que vez en tu reflejo; sonreíte, cerrate un ojo, tirate un beso; repetilo cada vez que podás, de esa manera, estarás alimentando tu amor propio. Dale, aunque te de pena, probalo. ¡Estoy segura que vas a disfrutarlo!

 

julio 4, 2018 0 comentario
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Diario METRO

¿Para qué ser diferente?

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

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ara junio del año pasado, les escribí sobre “preguntas poderosas”, esas que le dan sentido y tienen un propósito enriquecedor al ser respondidas, ¿lo recuerdan? Escribía sobre dos preguntas específicas: ¿Para qué? y ¿Cómo? Y dentro de la idea principal de aquel artículo llegabamos a la conclusión de que es muy útil preguntarnos el para qué de una experiencia de vida, el para qué estoy pasando por esta etapa y cómo puedo superarla, extenderla o avivarla.

De ahí el título del artículo, “para qué” en vez de “por qué”, y esto me trajo de regreso a la realidad, ¿Han visto que la mayoría de empresas tienen en la recepción o en sus páginas web su misión y visión, esto le da al cliente una idea clara de quiénes somos y hacia dónde visualizamos ir. Las empresas invierten mucho dinero en estrategias de mercadeo que los conecten con sus clientes potenciales, que venden sus productos o servicios de forma atractiva, en ocasiones utilizan técnicas de diferenciación y esto genera atención en la oferta, lo que atrae más demanda.

La naturaleza hace lo mismo, sin ser una empresa, también marca la diferencia, cuántas especies existen, en flora y fauna, y causa además efectos en nosotros, por ejemplo: hace unos días miraba a un pajarito jugando en un charco de agua a la orilla del árbol de aguacate frente a mi casa, me encantó, la sonrisa fluía con facilidad, me atrajo ver la ternura a través del papaloteo de sus alitas, solo imaginaba lo rico que sería ser pajarito y sambullirme en un charco así, fresquito, con éstos calores.

Y si la naturaleza y las empresas tienen modelos de diferenciación, seguro es porque tienen un misión y una visión que destacar, es decir, yo también debería de tener un enfoque hacia la vida, hacia mi emprendimiento, hacia el tradicionalismo que solía dirigir mis acciones, es por ello que hace unas semanas empecé a trabajar en una estrategia diferenciadora para “Vida Socialmente Responsable”, por medio de herramientas empresariales que te ayudan a definir nuevos segmentos de mercado, a fortalecer tu valor agregado y a planificar (en la medida de lo posible) los pasos a seguir a corto, mediano y largo plazo.

Pero, honestamente, en éstos tiempos donde el fluorecente es una gama de colores y todo es multidimensional, ¿Cómo marcamos la diferencia como ser humano? Quizás siendo nosotro mismos, originales, auténticos, genuinos; haz logrado responderte ¿cuál es tu propósito de vida? Esta pregunta puede sonar algo trillada, algo aburrida, muy profunda, sin embargo, esa puede ser la entrada al paraíso, conocer qué te mueve, hacia dónde vas, tener un objetivo para despertar a diario, lo que te apasiona, eso ayuda muchísimo a nutrir nuestra motivación de vivir y hacer algo diferente.

Usualmente ser diferente tiene un precio un poco alto en nuestras sociedades, pero no existen justificaciones cuando de ser honesto se trata, si tu propósito de vida no es aprobado por otros, no importa, siempre y cuando lo abracés fuerte y vayas tras el logro de los objetivos planteados; si el propósito de vida cambia, no importa, siempre y cuando te sintás en armonía con vos misma(o), sabiendo que aunque puede incomodar un poco, el cambio traerá la luz que necesitabas.

Bueno, y entonces: ¿Para qué ser diferente? Para disfrutar la vida bajo tus propias reglas, para sentirte a plenitud a pesar de las dificultades, para dejar los tradicionalismos y aceptar que las cosas se pueden salir del molde (y aún así, seguirán siendo buenas, lindas y maravillosas); para disfrutar de lo que se es, de lo que se tiene, o quizás, como en mi caso, ser diferente para generar valor agregado a mi entorno compartiendo intencionalmente mis experiencias de vida.

A vos, ¿te gustaría ser diferente?

 

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Diario METRO

¿En qué decidimos invertir el tiempo?

por Lyhelis julio 4, 2018
escrito por Lyhelis

S

on muchas las tareas y obligaciones que asumimos a diario, en diferentes ámbitos de la vida, y nos la pasamos diciendo cosas como: ¡No tengo tiempo! ¡Necesito más de 24 horas al día! ¡No doy abasto! ¡En qué momento se me ocurrió decirle que sí! Y es que, usualmente, llevamos la vida muy rápido, como “carreta en bajada”, solo porque creemos que eso es lo mejor y que esforzándonos y sobre demandando a nuestro cuerpo, vamos a lograr lo que queremos.

Y sin ánimos de filosofar mucho, ¿realmente sabemos lo que queremos? o ¿por qué hacemos lo que hacemos?; y, ¡de qué va este cuestionario! Bueno, el punto es que en dependencia de lo que deseamos o anhelamos, le pondremos la dosis adecuada de pasión e imaginación para que todo funcione. Sin embargo, son muchos los roles que desempeñamos y ellos traen consigo actividades que debemos desarrollar, poniendo a prueba nuestra motivación.

Y en realidad, a diario, ¿cuánto de lo que hacemos lo decidimos? ¿Tenemos consciencia de lo que hacemos en el día o actuamos por inercia? El otro día estaba con una colega en una reunión, y me encantó que sacó una libretita larga con un “To Do List”, (en español, “Cosas Por Hacer”), y eso me hacía pensar en cuánto planifico con certeza mis días y cuántos otros días son inciertos y en automáticos, resolviendo los clavos que surgen.

Para escribir el presente artículo me puse a consultar, en qué invierten el tiempo mis amistades más cercanas, y obtuve todo tipo de respestas, muchas ligadas a los roles de vida elegidos; algo así como: Invierto parte de mi tiempo: “en el trabajo”, “en casa”, “disfrutando de mis hijos”, “compartiendo con las amistades”, “en una buena noche desconectada”, “en mi celular”, “con mi madre”, “en reuniones”, “viendo a mi Abuela”, “en las pasarelas”, “en un cafecito”, “conmigo mismo”, “en la U”, “con mi hermana”, “con mis amigos(as)”, “llenando informes”, “perdiendo el tiempo”, “en redes sociales”. Y varios respondieron con extrema honestidad diciendo: “en esperar que sea viernes”, “aparentando ser feliz”, “en hacer feliz a mi mujer”, “en lograr mi propósito de vida”, “satisfaciendo mis necesidades básicas”… ¡y hasta ahí la voy a dejar! Los demás se salen del contexto permitido por el diario… ji ji ji

Y es que, todos tenemos derecho a invertir nuestro tiempo en lo que nos plazca, sin excepción alguna, solo que me queda una duda… ¿cuánto de eso lo hacemos por nosotros mismos, no por que alguien lo está esperando? Es que tenemos la tendencia a caer en la debilidad de complacer a los demás, de hacer feliz a nuestro entorno antes de pensar en nuestra propia felicidad, en satisfacer y llenar las espectativas ajenas, para evitar “el que dirán”.

Tener vida quizás no es nuestra decisión, por nuestra fe, tenemos la certeza de que al irnos a dormir despertaremos a la mañana siguiente, aunque podríamos no despertarnos. Sin embargo, sí podemos decidir cómo vivir y en qué invertir nuestro tiempo. ¡Pensala! Si vieramos menos el facebook y nos escucharamos más a lo interno; si revisaramos menos instagram y conversamos más con nuestras amistades; si trabajaramos menos y dedicaramos tiempo para cubrir las horas de comida o nuestro descanso; si abrazamos a esa almohada preferida cuando deseamos un acurruco, de la misma forma en la que nos atrapan los estímulos externos; pues, quizás, fuesemos mas felices.

¿Será el balance el reino perdido? Esa búsqueda de armonía es lo que desea el ser humano, el equilibrio para el cuerpo, el alma, la mente, el espíritu quizás sea el anhelado paraíso. ¡Dale vuelta, no te quedés como un autómata, decidí en qué invertís tu tiempo!

 

julio 4, 2018 0 comentario
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