Lyhelis
“La igualdad hacia la mujer es progreso para todos”
Ban Ki-moon, Ex Secretario Naciones Unidas
Hay temas de los que poco conversamos en nuestro día a día, dándoles el nombre que tienen. Vivimos una realidad un poco agitada dónde nos preocupamos de resolver lo urgente, desatendiendo en ocasiones lo importante. Usualmente vivimos en automático, dejamos que el entorno nos programe la mente y se posiciona el mensaje mercadotécnico directo en nuestro cerebro, dejando que actúe el subconsciente.
¿Cuándo fue tu última reunión social? ¿Recordás de qué conversaron? Quizás fue del último suceso en redes sociales, la fotografía al desnudo publicada por el exnovio resentido, quizás alguien mencionó el caso de acoso sexual del expresidente, o tu compañera les recordó que su amiga del cole estaba a punto de dar a luz, o tu mejor amiga te informó que empezará el trámite de divorcio, porque su esposo la agrede verbal y psicológicamente… O en el mejor de los casos, estabas en ese bar lleno de pantallas sobre deportes, admiraron a la bella comentarista -que a diferencia de su colega que usa saco y corbata- ella está en un mini vestido de noche.
Estos ejemplos que te menciono, tienen en sí mismos un componente de género súper marcado, que bien podríamos abordarlos bajo el contexto de los derechos humanos, si nos pusiéramos las gafas de la perspectiva de género. En todos los casos la mujer juega un rol protagónico, en el que tendrá que tomar decisiones bajo un contexto muy particular.
Había una vez…
“…el inmigrante mira hacia el futuro,
dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance”.Isabel Allende
Como me gustaría iniciar este artículo como si fuese a contarles una historia de cuento de hadas, pero la verdad tiene mucho de historia, nada de cuentos y mucho menos de hadas. Hoy cumplo un año de haber emprendido un viaje que no elegí a consciencia vivir. Un día como hoy, en 2018, llegué a Costa Rica en un viaje de paseo, con el único objetivo de visitar a mi hermana, Daniela, quien me recibió en su apartamento y me brindó todas las comodidades para que tomara aire, me renovara y cargara las baterías para volver con más ánimos. Sin embargo, tres días después de haber llegado, en una reunión con un amigo y colega, surgió una consultoría corta que me permitió “jugármela” y aprovechar el tiempo aquí.
Esa oportunidad me inspiró a tal punto que me quedé 3 meses con una maleta de ropa para 10 días, con más entusiasmo que nunca. Entre que realizaba el trabajo de la consultoría, me dispuse a moverme y hacer networking con colegas, asociaciones, espacios de coworking, empresas, cámaras, consultores independientes, referentes de la sostenibilidad en el país, entre otros lazos que fueron estrechándose en el transcurso del tiempo y gracias a la amabilidad de seres humanos extraordinarios que vinieron a mi vida para sumar.
Las experiencias de vida en paralelo se hacían sentir. Mi hermana tenía que viajar por 3 semanas y me quedé en un cuartito que alquilamos, gracias a la gentileza de quien hoy es una gran amiga. Volví a utilizar el transporte público, después de años de no utilizarlo (creo que desde la universidad), caminaba como que fuese un trabajo y me pagaran por ello; que conste, caminar no me incomoda, lo triste era que lo hacía en mocasines de trabajo o en tacones y eso me provocaba heridas en los pies, siempre andaba con una llaga nueva. Al inicio, me tocó saltarme un par de tiempos de comida, porque la cuenta no daba para eso.
Al mes, Douglas, mi mejor amigo se mudó a Costa Rica, en aras de abrirse mejores opciones; Y como mis posibilidades eran alentadoras, los profesionales aquí admiraban mi hoja de vida y se comprometían a tomarme en consideración ante futuras oportunidades. Por lo que a los 3 meses regresé a Nicaragua convencida que debía quedarme aquí. Entregué mi apartamento, vendí mis cosas y solté 15 años de vida profesional que había construido en mi país. Con la ilusión de abrirme espacios, laboralmente, en la región centroamericana.
Para ese entonces, ya teníamos apartamento con mejores condiciones y las esperanzas seguían haciendo de las suyas, pues dejé de sentirme en situación de vulnerabilidad, asumo que empezaba a respetar mi realidad. Además, estaba acompañada, física y en la distancia, lo cual era un gran alivio. Conté con muchas personas maravillosas a quienes les agradezco desde el alma.
Cuando una pasa por lo que yo pasé, la vulnerabilidad es una constante, si bien ya no pasaba hambre, mis limitaciones eran muchas. Ni por cerca vivía con las comodidades o la calidad de vida a la que estaba acostumbrada, la que me había construido sola, trabajando desde los 17 años. Emocionalmente era como que algo se había quebrado por dentro, empecé a vivir el impacto del desapego, aplicado a lo material y a lo personal, pues todos los que amaban no estaban cerca, la red de apoyo construida se había quedado allá… la sensación de vacío era gigante, y solo la igualaba en tamaño el gran deseo de salir adelante.
Hubieron momentos de gran debilidad, todavía lo pienso y me pregunto ¿Cómo le he hecho este año para sacar fuerzas y seguir? Y quienes me conocen saben que me caracterizo por mi buen humor, por mi actitud asertiva y las ganas de crecimiento personal. Pero ¿Cómo le hace uno para sonreír y tener ganas de vivir si lo que se pasa es tan caótico y triste? Eso en lo interno, ahora súmele los cuestionamientos que se reciben cuando uno decide tomar ciertos riesgos en su vida y jugársela. De pronto empecé a pasar mucho tiempo a solas, porque me era insostenible compartir y tener que dar explicaciones, o responder preguntas a las que ni yo sabía cómo contestarme.
Las oportunidades laborales empezaron a fluir, cerré el año con una consultoría y empecé el año con un nuevo puesto de trabajo. Mismo que 2 meses después resultó ser todo un fraude. Sí, eso también fue otro aprendizaje, la gente cree que, por la condición de migrante, deberías regalar tu tiempo o devaluar tu hoja de vida profesional, como si te hicieran un favor al contratarte, porque “es mejor estar ocupado, que haciendo nada en tu casa”, como me dijeron una vez.
He vivido de todo, he creado ofertas de trabajo que nunca se concretaron, pero que sirvieron de base para gestionar fondos y ganar licitaciones, en las que termino sin participar. He ido a una cantidad de entrevistas de trabajo (de las que han salido intensos con otras intensiones), y ni hablar de los eventos en los que he participado o los correos que he enviado. Cada vez me convenzo que este año he ganado la sabiduría de saber diferenciar que las referencias profesionales no son una etiqueta para uno como individuo, que tu valor personal es indiscutible, y no es negociable.
Sin ganas de forzar las cosas, me empecé a ocupar y atenderme, aprendí a hacer yoga y a meditar, entrenaba en mi apartamento, leía como loca, miraba documentales y escuchaba podcast sobre sostenibilidad, crecimiento social, desarrollo local, empoderamiento femenino, entre otros. Y aunque sentía culpa, gracias a esa “creencia limitante” de que si no materializas lo que haces en un buen salario no sos exitosa, lograba liberarme de ese pensamiento recurrente y darme mi espacio de paz.
Hace unos meses, gracias al trabajo que resultó un fraude, tuve el regalo más grande que podía experimentar. Mi hermana, Daniela, volvió a Costa Rica y empezamos a vivir juntas. La última vez que habíamos vivido bajo el mismo techo ella tenía 13 añitos y yo 19, ambas tenemos personalidades muy diferentes y creo que algún temor había de volver a convivir. Sin embargo, ha sido maravilloso. De Daniela he aprendido a tener calma, a reconocer mi valor personal y profesional, a decir no cuando la oferta no se ajusta al mínimo negociable, a dejar el sentimiento de culpa, a jugar el rol que quiero no el que “debo”. Ella ha sido mi mejor mentora, aunque creo que aún no lo sabe… ji ji ji
Y para mi sorpresa, justo hoy, me han confirmado como instructora de una Cámara Nacional en temas de sostenibilidad y responsabilidad social. En el contexto profesional, me encuentro desarrollando un Proyecto Comunitario al que hemos llamado: “Mentes en Crecimiento”. Estoy certificándome con John Maxwell Team y soy mentora en liderazgo de Voces Vitales. Y sigo avanzando en mi meta de posicionarme como consultora internacional en Centro América.
El año no ha sido fácil, pero el reto me llena de una satisfacción inexplicable. Los cambios son innegables, soy una mejor persona hoy en día. Me siento más en armonía conmigo, con mi centro y mis emociones.
Si de pura casualidad, estas viviendo una circunstancia como la que he vivido yo, te pido te cuidés, no te abandones, ten la mayor de las paciencias para vivir el proceso, un día a la vez, haciendo lo que está a tu alcance y dejando pasar los pensamientos que no abonan a tu fortalecimiento emocional. El día menos pensado, todo empieza a cambiar. Mantengamos viva la fe en nosotros(as) mismos(as)…
…y para mí, ¡Gracias por 1 año más de crecimiento personal!
“La mente es como un paracaídas, solo funciona si se abre”
Albert Einstein
Hace unas semanas participé de un espacio inspiracional, liderado por Carïcaco y ADEN, quienes estrechaban lazos colaborativos y celebraban con su comunidad emprendedora dar un paso en el crecimiento de la Academia Carïcaco, de la mano de profesionales de talla mundial como ADEN. Fue muy agradable el compartir, después de un arduo día de trabajo vino muy bien el conectar con gente con tu misma vibración y escuchar historias motivacionales de seres humanos comprometidos con cambiar el mundo, un pasito a la vez.
Luego, al final de esa semana, recibí a mi hermana menor, Daniela, quien siempre viene a generarme valor (incluso, sin que ella lo sepa). Entre otras cosas, siempre que coincidimos en el mismo hemisferio del mundo y bajo las mismas coordenadas geográficas, además de compartirnos experiencias, nos compartimos literatura. Las “Torres Bonilla” amamos crecer, soñar y aprender a través de la lectura.
En ésta ocasión, traía consigo el libro “Padre Rico, Padre Pobre”, yo ya había escuchado que era uno de los “Best Seller” del mundo, escrito por Robert Kiyosaki (conocido como el “Maestro” Millonario) con Sharon Lechter (CPA certificada), ambos con la intención de cambiar el concepto genérico sobre la educación en la edad temprana.
Si es tu primera vez leyéndome, debes saber que he invertido mucha energía, tiempo, vida y dinero en estudiar; Me tomé muy en serio esas frases de mis padres en las que me recordaban que su herencia más grande era mi educación, pero que “una vez graduada de la universidad, yo debía hacerme cargo de mi vida”, porque ellos habrían terminado su labor de padres y sus obligaciones para conmigo (o con mis otras 2 hermanas). Al escribirlo, me provoca una risita apenada, porque es la fecha y ellos siguen estando para nosotras, casi de manera incondicional, incluso siendo graduadas, con especialidades y varias experiencias laborales. Bien dicen que nunca se deja de ser padre o madre.
En mi caso, a diferencia de mis hermanas, me fui de casa muy joven; yo soñaba con construir mi hogar y hacerme cargo de mis rollos. Aunque ahora que veo atrás, entiendo porque Peter Pan no quería dejar de ser niño… jajaja Bajo mis circunstancias, me tocaba trabajar para subsistir, y como crecí con la educación regular del colegio en el que se nos decía que a los mejores alumnos les iba mejor en el campo laboral, yo me esmeré por ser una de las mejores alumnas de mi generación en la universidad, obteniendo mención de honor “Suma Cum Laude” al recibir mi título de Licenciada en Derecho con especialidad en Economía (uno de los varios que vendrían después).
Al año de independizarme de mis padres, mi esposo y yo, (siendo aún estudiantes) quedamos sin empleo… y créanme si les digo que ambos éramos brillantes, muy educados e inteligentes, pero eso no valió de mucho cuando su proyecto de gobierno electrónico quedó sin presupuesto y la firma legal en la que yo trabajaba decidió cerrar. Bien diría Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay Dios”.
Y en ese momento, entre incursionar en la venta en mercados masivos del huevo, continuar mis estudios de 4to año de la universidad (más sus 2 carreras en ese momento), y sin dejar atrás la carga económica y emocional que te genera el título de “casados”. Creo que el valor afloró en nosotros y logramos superar las circunstancias, a punta de suspiros (y muchos huevos).
Sin embargo, y muy a pesar de haber sido buenos alumnos, no salían los buenos trabajos. Hasta que en la mera necesidad, decidí tomar un trabajo de asistente de proyecto, que me colocaría, unos años después, en un lugar más privilegiado en el mundo de las consultorías y la coordinación de proyectos. Que conste, nadie me preparó para esos cargos, no estudié sobre eso en la universidad, nadie me enseñó a ser asertiva, visionaria, empática, ni líder; en serio, ahora que lo pienso, fue mi sentido de pertenencia el que me llevó a dar más de lo que me pedían y anhelar cumplir las metas para las que trabajaba con eficiencia, realmente me apasionaba mi trabajo.
Luego de unos años, decidí que si quería escalar, debía dejar esa zona segura y me dispuse a conocer otros mercados laborales, nuevas tendencias en temas de comunicación e involucrarme en nuevas causas. Aunque en la sociedad en la que me desarrollaba, empezó a tener peso que tuviera 27 años y solo contara con una licenciatura, una especialidad y un postgrado en formulación y gerencia de proyectos. Entonces, como por arte de magia, aplico a un préstamo estudiantil, y con una gran deuda, empiezo a estudiar el Máster en Administración de Empresas con énfasis en Marketing Avanzado.
Yo sentía, que al igual que el derecho, tener conocimientos en administración me iba a catapultar a lo alto profesionalmente. Pensaba que iba a cumplir el sueño estándar de juventud (inculcado por mi entorno) lograr: una maestría, un excelente puesto (acorde al estudio que sacaste), la compra de mi casa, el marido, los hijos, la plenitud y felicidad hecha carne. Sin embargo, nada iba según mi entorno lo decretaba, en serio –absolutamente nada-, habían fuerzas más grandes (quizás mis propios sueños), que me llevaban por otras veredas, un poco más espinosas.
Luego de esa odisea, me gano la primera beca para estudiar mi segundo máster, esta vez, sobre algo completamente nuevo, por lo que lo visualicé como mi momento de “especializarme”, ganando la participación en el programa financiado por el Reino de los Países Bajos para cursar el Master en Responsabilidad Social con enfoque en Derechos Humanos. Para que 2 meses después de graduarme como “doble máster titulada”, volviera a ganarme una beca para el Programa Ejecutivo para Centroamérica de “Mendoza College of Business”, de “Notre Dame University”, en Estados Unidos. Otro gran triunfo en mi educación.
Les cuento esto, lejos de presumir, porque la verdad es que con casi 35 años, logro darme cuenta que los títulos ganados no me definen como ser humano y que hay más en el mundo esperando por que uno tome consciencia y conecte con su propósito de vida. Y ésta etapa, es a la que llamo “aprendizaje”. Puedo afirmar que cuando me gradué del MBA, obtuve mi peor promedio final: 85.5%, versus 95.5% en la U, 94.5% en el Master de RS; Es que cuando tuve el título del MBA en mi mano, un 30 de Enero, entendí que me estaba graduando de mi etapa más difícil de vida, y que lo había hecho con poca paciencia personal y mucha dignidad.
El libro que les menciono, el cual les recomiendo, ha despertado en mí una gran curiosidad. Si yo hubiera crecido y mi educación hubiera tenido menos “no”, menos miedos, si me hubieran enseñado a tener respeto, pero no apego por el dinero, bajo la constante preocupación de ¿Cómo llegaremos a final de mes?, ¿Será que si mi realidad hubiera sido diferente? Tendría un negocio, con grandes capitales en inversión, sin necesidad de haber dedicado tanto tiempo en estudiar y especializarme, dedicándome a aprender de otros conceptos y mundos. ¡Bien, honestamente no lo sé, los “hubieran” no existen!
Que me alegro de mis experiencias de vida, sí, que considero pudieron haber sido menos complejas, sí. Todo varía en dependencia de las decisiones que tomas, incluso aquellas en la que la influencia de 3ros ejerce muchísima presión. Es uno quien define su norte y lo que atrae a su vida.
Quizás deba pedirte, querido(a) lector(a), que si estas iniciando tu vida, estas aun en tus 20´s:
- No titubees tanto en lo que anhelas, cree en tus sueños y anda por ellos.
- Olvídate del “deber ser”, todo lo que importa es lo que “quieres ser”.
- Aplica en todo la filosofía de vida, llamada KISS: “Keep It Simple, Stuped”.
Yo a esa edad no lo tenía claro, porque estaba empeñada en ser la “mejor” dentro del esquema social, al final, eso no me hacía plenamente feliz. Y a mis 27, luego de muchos cierres, me tocó reinventarme… y empezar sola y de cero, una nueva vida. Sin que un título superior haga el proceso más fácil.
Al final, el aprendizaje de vida que he tenido lo he pagado incluso con intereses más altos que la tasa del 9% variable aplicada por la institución financiera con la que obtuve el préstamo estudiantil con el que pagué mi MBA. La vida trae consigo muchos golpes, mientras no estemos claro de lo que deseamos. Como me hubiera gustado que alguien despertara en mí el sentimiento de agrado por las finanzas, los números y las inversiones. Hoy por hoy, estoy inmersa en un mundo en el que nunca creí que podía conocer, pero más feliz que en cualquier otro momento de mi vida.
No voy a responder a la incógnita del título, pues no hay una fórmula mágica, ni perfecta. Solo déjeme sumarle valor a tu vida, con un par de consejos más a la lista:
- Los cursos técnicos son una gran inversión de vida, a bajos costos.
- Trabaje por aprender, como en sus primeros años de universidad, no lo haga por dinero. Porque el día que el desempleo toque a su puerta, la desmotivación y la falta de ingresos no van a ayudarle mucho.
- La educación formal no siempre le dará las recompensas que le han prometido en el sistema en el que ha crecido, conozco más casos de éxitos de emprendedores empíricos, que de empresarios estudiados.
- Escuche su intuición, préstele atención a su voz interior, porque si algo no le hace “clic”, es probable que sea mejor no insistir.
- Y, por favor, alimente su creatividad y compromiso por alguna causa generadora de impacto positivo en el mundo, será el mejor regalo que puede darse en la vida.
Aprender trae consigo retos y no siempre sale gratis, pero su compromiso hará que valga la pena.
“Quien hace del mundo su hogar, nunca estará lejos de casa”
Anónimo
En honor a Febrero, este hermoso mes, que para mí representa la segunda oportunidad de empezar el año con todo, luego de Enero, claro. Para otros(as) representará amor y amistad, besos, apapachos y demás gestos de consideraciones mutuas. Perdone Usted, pero está ante un caso extremo de romanticismo en recuperación, no espere mucho de mí en estas fechas.
Si quiere que coincidamos, hábleme de “cambio”, de “buen vivir”, de “serenidad”, de “amor propio”, de “calidad”, de “acción”, de “asertividad”, de “empleo digno”, de “derechos humanos”… En serio, Usted quiere enamorarme, hábleme de “valor compartido”, de “desarrollo sostenible”, de “contenido educacional”, de “crecimiento a escala”, de “plataformas gratuitas” como Agropedia, con información que diversifica la gestión del agro, que nos brinda el A, B, C de cada uno de los rubros agroalimentarios. Créame, entre mi cabeza y mi corazón, hay un universo paralelo, que en “mi mundo”, refleja puro amor, amor del bueno… ¡Amor al Prójimo!
Alguna vez han estado en esa situación emocional en el que entregó, por libre y espontánea voluntad, su corazón, y recibió un “body call”, reclamando su presencia física –sin involucrar ese cúmulo de sentimientos- que lo peor del caso, Usted generó. O quizás, es Usted, quien ilusionó con promesas que no podía cumplir, a un tercero. O, fue Usted la víctima de un “pantallazo”, o peor aún, de un “selfie”, en el que alguien se vende bien, sin que eso represente la naturaleza de su negocio, perdón, de sus intenciones.
Sí, sí… hablo bien el lenguaje de los enamorados, aunque no quiera vivir la realidad del extranjero, en el mundo del amor. En realidad, deseo, anhelo, vivir la realidad de ser una “Ciudadana del Mundo”, que se enamora por primera vez de nuevos espacios de emprendedores, del ángulo en el que se pone el sol (porque lo mira desde nuevos hemisferios), de nuevas sonrisas, de las sorpresas -con ojos de asombro- en las miradas cruzadas con complicidad ante ideas innovadoras; quiero permitirme llorar enamorada de la nostalgia que siento por no estar en mi tierra, y del amor que me despiertan las nuevas experiencias de vida.
Hace 9 meses y 9 días estoy en un nuevo mundo, bajo nuevas reglas (impuestas por mí), en un país lleno de diversidad, versatilidad, con seres humanos comprometidos con una superación –inalcanzable-, que añora “magia”, en donde, todo lo nuevo es bienvenido. Me gusta esto, me siento en casa… Cuando vine a Costa Rica, mi idea era compartir con mi hermanita, -no tan pequeña-, quien se hacía cargo de Mí; pronto, ese encanto, se convirtió en auto-exigencia, por encontrar/construir una realidad mejor, acorde a lo que estaba acostumbrada a vivir en mi país natal, Nicaragua, en donde he de decir, tenía una vida bastante “cómoda”.
Es cierto, incluso hoy, no estoy tan cómoda como deseaba, pero está cerca de la realidad que anhela: diseñar mi estrategia de vida, con un propósito definido, trabajar en algo que me apasionara, enfocada en resultados concretos -y esperados-, medibles. No se imaginan la satisfacción que eso produce.
Llevo 9 meses en los que dejé la independiente de movilidad, dejé de ser, lo que en mi país conocemos como “culito de carro” (me disculpo por el francés)…jajaja. Y al inicio, eso fue un problema real, me temblaba todo, mentía al responder las preguntas algo invasivas de los(as) conductores, iba pegada al google map, para ver por dónde íbamos. Generaba mucha tensión. Sin embargo, nunca, tanta tensión como la que detonaba esta pregunta: “¿De dónde es?”, seguido de la afirmación: “¡Es venezolana!”.
Lo escribo, y se me eriza la piel, es tan incómodo que en mero siglo XXI, aún nos preguntemos de ¿Dónde somos? Que acaso Usted no sabe qué traemos la genética alterada, por los múltiples procesos migratorios que ha vivido el mundo, que nos hace ser un porcentaje de: árabes, ingleses, indios, españoles, alemanes, franceses. Acaso Usted no recibió la clase de historia en la que nos cuentan cómo los españoles colonizaron América, gracias a la astucia de Cristóbal Colón; o cómo los pueblos europeos del mediterráneo poblaron el triángulo norte de América del Sur, llamada hoy por hoy, “Región Andina”. Créame, si Usted sabe el valor que tiene la palabra independencia, y la lucha que sus antepasados hicieron para que, en la actualidad, Usted se movilice con libertad, no haría esa pregunta, ni por meter conversación.
Sabe, admiro al pueblo venezolano, a tal punto, que me encanta su personalidad, su actitud, su acento fonético… y su lucha por la liberación y reconstrucción de sus ideales, sanos y amorosos con su entorno, con su patria. A tal punto, que cada vez que me preguntan: “¿Es venezolana?” Respondo sonriendo: “Lamentablemente, no”, a lo que sigue de parte del interlocutor, una segunda pregunta: “¿Colombiana?”, y yo –paciente- digo: “Tampoco”. Hasta que me involucro en el patrón y les digo: “A ver, siga probando, si adivina le regalo un caramelo”.
Saben que es lo más triste, cuando reconozco mi nacionalidad, mi identidad, mis raíces… nadie me cree. Me dicen: “Nunca había visto a una nicaragüense como Usted”, “¿En serio es Nica?”, es que “los que yo conozco son diferentes a Usted”.
Yo puedo comprender, que la pregunta tiene una connotación genuina de querer empatizar, pero lo último que genera es un espejo amigable en el que nos vemos reflejados y sentimos tranquilidad. Y en éste país, rico por su ubicación geográfica, sus recursos naturales y su gente, el flujo migratorio en los últimos 5 años ha crecido exponencialmente, la atracción de la inversión extranjera se ha convertido incluso en política pública.
Se imaginan el número de migrantes que han hecho su vida aquí, formalizándose, haciendo familia y obteniendo la nacionalidad como costarricenses. Y entonces, ¡¿Somos o No Somos!? Me quiere a como soy, me acepta a como soy, me brinda su amor incondicional, cree en mí, les genero valor, sumo a su producción nacional, me recibe en su entorno, o de verdad, no cuadro con su estereotipo de ser humano, que suma a un mundo mejor.
Yo he viajado tanto, he compartido tantas culturas, he trabajado con equipos interdisciplinarios, he tenido mentores, líderes y jefes de todo tipo: nicas, centroamericanos, sureños y europeos (franceses para ser específicos), la vida ha sido benevolente, me ha permitido crecer de la experiencia de terceros. Abrir mi mente, sin dejar de sentirme tan “nica” como el sabor de un rosquete (esto solo los nicas van a entenderlo)… y tan universal, como el placer de ser yo misma conectada con el TODO.
Hoy, después de éste “hermoso parto” de una Lyhelis que nace a un nuevo contexto de vida, me identifico como “Ciudadana del Mundo”, comprometida con mis pequeñas acciones, generadoras de impacto globales, en el mundo entero.
¿Y Vos?
¿Sos de aquí? O ¿Sos de allá?
Al final, ¿¡Somos o No Somos Ciudadanos del Mundo!?
“Pasamos de la filantropía a la responsabilidad social, de la responsabilidad social a la sustentabilidad;
ahora hay que pasar a la creación de valor compartido”
Michael Eugene Porter, “Las 5 fuerzas de Porter”
Entiendo que Porter, como economista y estratega empresarial, nos invite al constante cambio y a vivir el proceso de evolución mental, respecto a cómo hacemos las cosas en el mundo de los negocios. En el libro “Las 5 fuerzas de Porter”, se piensa en la planificación como pilar del crecimiento económico, tomando en consideración el círculo relacional entre tu mapeo de actores y la competencia de mercado.
El autor, apuesta, entre las ventajas competitivas que deben cultivarse en la organización, por: el liderazgo, los elementos diferenciadores y el enfoque de mercado. Y es que si de teorías llevadas a la acción tratáramos, deberíamos de tomar en consideración todo el mundo estratégico creado, por diversos organismos internacionales (Global Compact de Naciones Unidas, UNCTAD, ISO, GRI), para el logro e implementación de negocios socialmente responsables, sostenibles en el tiempo y generadores de impacto medible en los ejes sociales, medioambientales y económicos, en las dimensiones internas y externas de la organización.
Al entrar al mundo de la consultoría, y abordar el tema de la Responsabilidad Social y el Desarrollo Sostenible, me encontré un maravilloso océano azul, lleno de oportunidades y experiencias laborales enriquecedoras. Y déjenme decirles con honestidad, he tenido que estudiar como nunca, ya que los contextos cambian según el cliente, no es igual elaborar una estrategia para un organismo internacional, que a través de la responsabilidad social desea construir un puente de acercamiento al sector privado; que el crear una estrategia de sostenibilidad en una empresa privada o en un emprendimiento social.
Y es un reto intelectual, idear de manera creativa y tomando en consideración la naturaleza y razón de ser del negocio, este tipo de propuestas a implementarse en el tiempo. Sin embargo, y muy a pesar de estar de acuerdo con Porter al exponer que la planificación es la clave del crecimiento y mejora de la competitividad, creo fielmente que es el compromiso el que va a marcar realmente la diferencia al momento de planificar y proyectar un crecimiento sostenible.
Mucho hablamos de crear estrategias, que a como me dijo un cliente hace unos años en un Proyecto Piloto: “no queremos un documento como resultado final, o una propuesta que quede en papel mojado, deseamos realmente llevarla -la estrategia- a la acción”. Y me encantó su franqueza, era inquietante, y eso hizo que mi compromiso fuese dirigido a que la Fase I, me permitiera cumplir con los objetivos del cliente, y desarrollar de su mano la Fase II del proyecto (Fase I: Diseño y formulación. Fase II: Proceso de Implementación)… esto era lo que en verdad me motivaba, el logro de resultados medibles, tangibles, y que la buena práctica del proyecto piloto pudiera replicarse en las oficinas de la región. Fue en realidad su compromiso el que despertó mi compromiso.
Hace unos días tuve la oportunidad de estar en la 2da Conferencia Global para Nuestro Planeta (10YFP), Programa del Sistema Alimentario Sostenible, liderado por IICA, con la presencia de organismos mundiales líderes en la implementación de proyectos con impacto social, como CLAC, HIVOS, ITC, FAO, WWF, IFAD, GAIN, UN Environment, Universidades de todo el mundo, entre otros. Y en una de las actividades, compartíamos ideas 8 profesionales especialistas en diversas disciplinas, en pro de responder la siguiente incógnita: ¿Cuáles son los principales obstáculos de la implementación de estrategias con actores claves multisectoriales? ¿Y qué se puede hacer para abonar al logro de éste diálogo multinivel?
Créanme que desde mi acera, el primer obstáculo identificado es la falta de entendimiento sobre el o los conceptos vinculantes a la gestión de un modelo de negocio socialmente responsable, seguimos creyendo que incorporar la RS a una organización debe empezar por elegir una causa social y disponer de actividades que generen dinero para donar a la causa. Continuamos esa ofensiva vinculación entre responsabilidad social y mercadeo o publicidad, gestionando fondos para “hacer”, siempre y cuando tengamos una cámara cubriendo el evento. Cuando el verdadero impacto se va a realizar en silencio, desde las bases, por medio del liderazgo de los agentes de cambio organizacionales que creyendo en la propuesta de valor, la asuman como parte de su día a día; en donde la estrategia de sostenibilidad sea incluida en el ADN corporativo, de forma transversal a la actividad comercial. Que conste, que no estoy en contra de “cacarear el huevo”, solo siento que deberíamos publicitar los avances con indicadores o metas bien definidas, homologadas con el sector al que pertenecemos, para que podamos comprobar que las iniciativas realmente impactan en el ecosistema relacional.
La retroalimentación en la mesa de trabajo fue exquisita: respeto, escucha atenta y diversidad de opiniones. ¡Un coctel de ideas! Entre las que surgieron:
- La lucha de intereses (particulares) entre los sectores participantes.
- La falta de liderazgo para agremiar al conglomerado de actores claves.
- Vacíos en los lineamientos legales para la implementación de acciones concretas.
- Falta de recursos económicos para facilitar los espacios de diálogo.
- Resistencia al cambio dentro del modelo de negocio adquirido y aplicado por años.
Al final, yo lo resumí en una sola palabra “COMPROMISO”, pues uniríamos esfuerzos y recursos si tuviéramos el compromiso de velar por el bien común; asumiríamos el liderazgo que nos corresponde y como dicen por aquí “nos pondríamos la camiseta” para dar lo mejor de nosotros(as); diseñaríamos e incidiríamos asertivamente en la creación de políticas públicas que promuevan la búsqueda de la sostenibilidad, por medio de acciones socialmente responsables, respaldadas, reconocidas e incentivadas en el marco de una ley aprobada por el Gobierno; se crearían los fondos necesarios en pro de la creación de valor compartido, a como lo propone Porter; y nos convenceríamos que el cambio es una realidad necesaria, el único medio para garantizar los recursos básicos de las generaciones futuras.
Díganme Ustedes, si no es el compromiso asumido el que nos cambia la actitud día con día, el compromiso con nuestro crecimiento personal el que nos hace ejercitarnos, hacer yoga, cambiar nuestros patrones mentales, comer mejor; O si no es por el compromiso que hacemos los más grandes actos de amor; O que nuestro desarrollo profesional, no va de la mano de un alto compromiso con la organización.
La clave de la sostenibilidad empieza en nosotros(as), seres humanos sensibles, despiertos(as) y comprometidos(as), que preferimos asumir nuestra responsabilidad y cambiar el mundo en el que vivimos, a quedarnos esperando que alguien más lo haga por nosotros(as).
Y para vos, ¿Cuál sería la clave?