“Quien hace del mundo su hogar, nunca estará lejos de casa”
Anónimo
En honor a Febrero, este hermoso mes, que para mí representa la segunda oportunidad de empezar el año con todo, luego de Enero, claro. Para otros(as) representará amor y amistad, besos, apapachos y demás gestos de consideraciones mutuas. Perdone Usted, pero está ante un caso extremo de romanticismo en recuperación, no espere mucho de mí en estas fechas.
Si quiere que coincidamos, hábleme de “cambio”, de “buen vivir”, de “serenidad”, de “amor propio”, de “calidad”, de “acción”, de “asertividad”, de “empleo digno”, de “derechos humanos”… En serio, Usted quiere enamorarme, hábleme de “valor compartido”, de “desarrollo sostenible”, de “contenido educacional”, de “crecimiento a escala”, de “plataformas gratuitas” como Agropedia, con información que diversifica la gestión del agro, que nos brinda el A, B, C de cada uno de los rubros agroalimentarios. Créame, entre mi cabeza y mi corazón, hay un universo paralelo, que en “mi mundo”, refleja puro amor, amor del bueno… ¡Amor al Prójimo!
Alguna vez han estado en esa situación emocional en el que entregó, por libre y espontánea voluntad, su corazón, y recibió un “body call”, reclamando su presencia física –sin involucrar ese cúmulo de sentimientos- que lo peor del caso, Usted generó. O quizás, es Usted, quien ilusionó con promesas que no podía cumplir, a un tercero. O, fue Usted la víctima de un “pantallazo”, o peor aún, de un “selfie”, en el que alguien se vende bien, sin que eso represente la naturaleza de su negocio, perdón, de sus intenciones.
Sí, sí… hablo bien el lenguaje de los enamorados, aunque no quiera vivir la realidad del extranjero, en el mundo del amor. En realidad, deseo, anhelo, vivir la realidad de ser una “Ciudadana del Mundo”, que se enamora por primera vez de nuevos espacios de emprendedores, del ángulo en el que se pone el sol (porque lo mira desde nuevos hemisferios), de nuevas sonrisas, de las sorpresas -con ojos de asombro- en las miradas cruzadas con complicidad ante ideas innovadoras; quiero permitirme llorar enamorada de la nostalgia que siento por no estar en mi tierra, y del amor que me despiertan las nuevas experiencias de vida.
Hace 9 meses y 9 días estoy en un nuevo mundo, bajo nuevas reglas (impuestas por mí), en un país lleno de diversidad, versatilidad, con seres humanos comprometidos con una superación –inalcanzable-, que añora “magia”, en donde, todo lo nuevo es bienvenido. Me gusta esto, me siento en casa… Cuando vine a Costa Rica, mi idea era compartir con mi hermanita, -no tan pequeña-, quien se hacía cargo de Mí; pronto, ese encanto, se convirtió en auto-exigencia, por encontrar/construir una realidad mejor, acorde a lo que estaba acostumbrada a vivir en mi país natal, Nicaragua, en donde he de decir, tenía una vida bastante “cómoda”.
Es cierto, incluso hoy, no estoy tan cómoda como deseaba, pero está cerca de la realidad que anhela: diseñar mi estrategia de vida, con un propósito definido, trabajar en algo que me apasionara, enfocada en resultados concretos -y esperados-, medibles. No se imaginan la satisfacción que eso produce.
Llevo 9 meses en los que dejé la independiente de movilidad, dejé de ser, lo que en mi país conocemos como “culito de carro” (me disculpo por el francés)…jajaja. Y al inicio, eso fue un problema real, me temblaba todo, mentía al responder las preguntas algo invasivas de los(as) conductores, iba pegada al google map, para ver por dónde íbamos. Generaba mucha tensión. Sin embargo, nunca, tanta tensión como la que detonaba esta pregunta: “¿De dónde es?”, seguido de la afirmación: “¡Es venezolana!”.
Lo escribo, y se me eriza la piel, es tan incómodo que en mero siglo XXI, aún nos preguntemos de ¿Dónde somos? Que acaso Usted no sabe qué traemos la genética alterada, por los múltiples procesos migratorios que ha vivido el mundo, que nos hace ser un porcentaje de: árabes, ingleses, indios, españoles, alemanes, franceses. Acaso Usted no recibió la clase de historia en la que nos cuentan cómo los españoles colonizaron América, gracias a la astucia de Cristóbal Colón; o cómo los pueblos europeos del mediterráneo poblaron el triángulo norte de América del Sur, llamada hoy por hoy, “Región Andina”. Créame, si Usted sabe el valor que tiene la palabra independencia, y la lucha que sus antepasados hicieron para que, en la actualidad, Usted se movilice con libertad, no haría esa pregunta, ni por meter conversación.
Sabe, admiro al pueblo venezolano, a tal punto, que me encanta su personalidad, su actitud, su acento fonético… y su lucha por la liberación y reconstrucción de sus ideales, sanos y amorosos con su entorno, con su patria. A tal punto, que cada vez que me preguntan: “¿Es venezolana?” Respondo sonriendo: “Lamentablemente, no”, a lo que sigue de parte del interlocutor, una segunda pregunta: “¿Colombiana?”, y yo –paciente- digo: “Tampoco”. Hasta que me involucro en el patrón y les digo: “A ver, siga probando, si adivina le regalo un caramelo”.
Saben que es lo más triste, cuando reconozco mi nacionalidad, mi identidad, mis raíces… nadie me cree. Me dicen: “Nunca había visto a una nicaragüense como Usted”, “¿En serio es Nica?”, es que “los que yo conozco son diferentes a Usted”.
Yo puedo comprender, que la pregunta tiene una connotación genuina de querer empatizar, pero lo último que genera es un espejo amigable en el que nos vemos reflejados y sentimos tranquilidad. Y en éste país, rico por su ubicación geográfica, sus recursos naturales y su gente, el flujo migratorio en los últimos 5 años ha crecido exponencialmente, la atracción de la inversión extranjera se ha convertido incluso en política pública.
Se imaginan el número de migrantes que han hecho su vida aquí, formalizándose, haciendo familia y obteniendo la nacionalidad como costarricenses. Y entonces, ¡¿Somos o No Somos!? Me quiere a como soy, me acepta a como soy, me brinda su amor incondicional, cree en mí, les genero valor, sumo a su producción nacional, me recibe en su entorno, o de verdad, no cuadro con su estereotipo de ser humano, que suma a un mundo mejor.
Yo he viajado tanto, he compartido tantas culturas, he trabajado con equipos interdisciplinarios, he tenido mentores, líderes y jefes de todo tipo: nicas, centroamericanos, sureños y europeos (franceses para ser específicos), la vida ha sido benevolente, me ha permitido crecer de la experiencia de terceros. Abrir mi mente, sin dejar de sentirme tan “nica” como el sabor de un rosquete (esto solo los nicas van a entenderlo)… y tan universal, como el placer de ser yo misma conectada con el TODO.
Hoy, después de éste “hermoso parto” de una Lyhelis que nace a un nuevo contexto de vida, me identifico como “Ciudadana del Mundo”, comprometida con mis pequeñas acciones, generadoras de impacto globales, en el mundo entero.
¿Y Vos?
¿Sos de aquí? O ¿Sos de allá?
Al final, ¿¡Somos o No Somos Ciudadanos del Mundo!?
										
1 comentario
Excelente artículo, me hizo reflexionar mucho!!! Eres excepciona? Llena de luz !!