¿Te gustan los cambios?

por Lyhelis
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“Sabía quién era ésta mañana,
pero he cambiado varias veces desde entonces”

Alicia en el País de las Maravillas


Muy pocos disfrutan de los cambios, menos si son bruscos o nos toman por sorpresa, excepto aquellos cambios que tienen que ver con perder peso o ganar mucho dinero… ¿cierto? Sin embargo, sabemos que estamos vivos cuando nos mantenemos en un constante cambio, físico, biológico, emocional, mental, social, entre otros. Y usualmente no estamos preparados (o no nos sentimos listos) para vivirlos, nos toma por sorpresa, nos invade la preocupación, aparecen los pensamientos catastróficos, en el sofoque y el estado de shock pensamos que podemos controlar lo que está ocurriendo y activamos la voz de mando como mecanismo de defensa.

En la vida real, al momento de una sorpresa que nos llevará a vivir un cambio, ayuda el mantener la calma, por eso nuestro entorno reacciona con frases como: “tranquila”, “tené calma”, “todo va a estar bien” (pero no siempre las percibimos de buena manera), y en un escenario más hostil, recibiremos cuestionamientos cómo: “¿qué hiciste?”, “¿por qué dejaste que eso pasara?” “¡Vos debías controlar la situación!”. Y la verdad es que este tipo de interrogantes o expresiones solo generarán más caos y frustración en quien vive el suceso. Nada pasa por casualidad, sin embargo racionalizarlo solo nos distrae y aumenta nuestra preocupación. Es importante despertar del mundo de ilusiones que hemos creado y darle paso a nuestra mejor amiga en éstos casos: la observación.

En ocasiones, es incluso prudente al estar en estado de sorpresa, evitar comentar con terceros lo vivido mientras no se tenga: calma, auto-observación, gestión sobre lo ocurrido. No digo que no le avises a tu pareja, a tu mejor amiga o a tus padres, pero si empiezas a contar lo que te pasa, una y otra vez, solo estas generando un ruido constante en tu cabeza, y lo que recibirás es la opinión de terceros, desde su propia perspectiva de vida, sin que eso se adapte a tus necesidades.

Es preciso no diluir las energías, ni contarlo “todo”, para evitar darle poder a otros de opinar sobre algo muy tuyo. Y no me refiero a guardar silencio ante algún tipo de abuso, si no, a protegernos del escrutinio público.

Te comparto un par de tips para liderar con asertividad los cambios en tu vida. Aclaro que esto aplica a todo tipo de situaciones, pues tendrá una valoración subjetiva la importancia o ligereza respecto a las emociones que genera en cada seres humanos el proceso de cambio.

  1. ¡Respira!

Los momentos inesperados se caracterizan por aparecer en el momento menos pensado, cuando no se les necesita.  Es como la imprudencia convertida en un evento que nos cambia el escenario temporalmente (o para siempre). Lo mejor que puedes hacer es respirar, pausada y profundamente, esto te permitirá reconectar con tu centro y alimentar la tranquilidad. Además de que mantendrás oxigenado el cerebro y te facilitará pensar con mayor claridad y fluidez.

  1. ¡Suelta el control!

Sí, te entiendo… tu mente cree que si hace esto o aquello se va a resolver la situación, por ejemplo: la emergencia ocurrió en tu casa, y para llegar debés conducir por la calle más transitada, la toma constantes de decisiones respecto a qué carril usar en hora pico, no va a hacer que llegués antes a tu destino, o se va a resolver la presa o el accidente de tránsito… ¡Y no! Nada peor que creer en el condicionamiento mental de que podemos controlar nuestro entorno. El control no existe, Usted no es todopoderoso, libérese de esa carga mental y emocional que se genera al creer que “puede con todo”. ¿Se siente sofocado? Respire y suelte el control.

  1. ¡Humanízate!

Cuando el cambio se presenta en nuestras vidas casi siempre viene acompañado de una necesidad, por lo tanto, vas a sentir emociones, van a aflorar sentimientos, va a cambiar tu estado de ánimo. No somos máquinas, y a como decimos: “no somos de piedra”. Es vital que aceptés lo que estas sintiendo, y lo que eso te genera. Solo así podrás gestionarlo asertivamente, con pausa y sin prisas. Sosteniendo con paciencia el momento de incomodidad que nos causa, mientras lo llevamos a una nueva etapa de evolución.

  1. ¡Pide ayuda!

En ocasiones las circunstancias “nos superan”, literal, son mayores a nuestras habilidades o posibilidades. Nunca estamos solos, siempre podemos acercarnos a algún aliado(a), familiar o amistad, que nos brinde escucha atenta, una palabra de aliento o un abrazo sanador. La ayuda también puede venir de una sesión de terapia, de una mentoría o del proceso de coaching, la herramienta que elijamos será acertada para nuestra circunstancias.

  1. ¡Evita el razonamiento excesivo!

Estamos acostumbrados a racionalizar lo que vivimos, como si todo tuviera un porqué, un mensaje entre líneas o un aprendizaje escondido. Pues saben qué… ¡No! La vida es así, circunstancial, con un montón de experiencias que nosotros decidiremos el significado que le asignaremos, pero no necesitamos sobre analizar lo que nos pasa, en ocasiones la respuesta no es tan evidente e invertimos más tiempo en encontrar el motivo que en vivir el proces de cambio, quedándonos “disociados”, es decir, pensamos una cosa, decimos otra cosa, sentimos algo diferente y/o actuamos distinto a las anteriores. Sé tierno(a) con vos mismo, asignar culpables te cargará un poco más emocionalmente, difícilmente te liberará.

  1. ¡Confía!

La vida es cambiante, volátil, ambigua y compleja, por eso muchas teorías te invitan a vivir el presente, “un día a la vez”; es transcendente que sientas seguridad de que estás viviendo lo que tenías que vivir, que no ha sido un error, que estas en el lugar y momento correcto, no ha sido una casualidad. Esta actitud es maravillosa, porque nos libra de los juicios de valor y de las expectativas.

  1. ¡Evalúa las soluciones!

Si las circunstancias que estás pasando se pueden solucionar, volverán a cambiar; tu compromiso es liderar el proceso con coherencia y serenidad. Tu actitud lo es todo y es lo único que vos podes administrar. Date el gusto de sentirte, observarte y de vivir el proceso sin presionarte o juzgarte. Encontrando la mejor solución para vos y tu entorno.

Honrar los procesos de cambio con presencia, paciencia y amor incondicional es el mejor regalo que podemos darnos. Recuerda: ¡Vos tenés al mejor aliado a tu lado, Vos Mismo(a)!

¡Ajá, contame!
¿Te gustan los cambios?

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